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BESO "ENTORCHAO"

Jamás en mi vida profesional  como odontólogo me había tocado tratar un caso clínico tan especial y raro de suceder,  como el que me tocó hace rato… cuando los brackets se pusieron de moda, se abarataron tanto, que todo el mundo andaba con su sonrisa metálica recubierta de bandas plásticas multicolores, era un carnaval de sonrisas disfrazadas.

Un lunes temprano cuando llego a mi consultorio, descubro que en la puerta del mismo, me esperaba una joven con un pañuelo cubriéndose la boca y con una mirada, más de pena que de dolor, que me quería hablar, sin hablarme, con cara de paciente impaciente.

La atractiva  célibe era conocida mía, al igual que su familia, como suele ocurrir en estos pueblos caribeños, donde todos nos cruzamos en el transitar cotidiano de sus calientes calles; pues, Aldea Grande no era la excepción.

Después de preparar todo y una vez sentada en la silla odontológica, viene mi pregunta de rigor, en mi anamnesis acostumbrada:

---- Ajá señorita, ¿qué te trae a consulta?

Ella no respondió, simple y automáticamente abrió su bien delineada boca, quedando expuestas las respuestas a mis interrogantes primarios:

Se observaba un tratamiento ortodóntico superior e inferior, pero el arco vestibular superior (alambre), de titanio, se encontraba roto a propósito y sus puntas expuestas laceraban los carillos y la encía anexa a los incisivos anterosuperiores, se notaba lacerada, con edema, inflamación y sangre en proceso de coagulación.

Se notaba a leguas que la aparatología implementada en sus perlas adamantinas no era necesaria, pues su oclusión era perfecta, haciendo la llave de cierre posterior en los cuatro molares alineados en el sexto lugar de sus respectivos cuadrantes, es decir los primeros molares de hueso o número seis coincidían perfectamente a lado y lado de su cierre interdental. Era la mordida ideal, de libro.

Además sus dientes eran grandes, bien calcificados y blancos, la única mancha que los cubría era haber colocado un tratamiento innecesario en una oclusión perfecta, se notaba el uso decorativo y de moda, del mal implementado tratamiento. ¡Los tenía de lujo!, como decían los jóvenes de esa época.

Inmediatamente hice las conclusiones inherentes, resolví el tratamiento pertinente, procedí a retirar el arco que roto le cortaba su encía, le apliqué antiséptico oral en espuma y solución  abundantemente, le formulé anti inflamatorios orales  y antibioticoterapia preventiva.

Después, la afronté más directamente:

---- Bueno Nena, ahora sí cuéntame con detalles ¿que causó la ruptura del alambre, siendo tan grueso y firme? ¿Por qué quedó en ese estado?

Ella siguió mirándome con ojos de pena, como res camino a matadero y luego de un par de minutos, que parecieron una eternidad, su voz salió suave y quebrada, como empujada…

---- Mire Doctor Víctor Hugo, yo le voy a contar, pero por favor no le diga a mi mamá, ni mucho menos a mi papá.

---- ¿Tan grave es la vaina?, repuse yo con voz de periodista detrás de la última “chiva” noticiosa. Tranquila, tómalo sin ser yo un  cura, como secreto de confesión, dale, dale…

---- Mire Doctor yo estaba en el mar  con mi novio, disfrutando de un placentero baño, luego en la playa nos dimos un beso, pero después del disfrute y cuando intentábamos separarnos, no pudimos.

---- ¿Eche y esa vaina?, ¿qué pasó entonces?, interrumpí yo, con una ansiedad por saber de un solo tajo lo que había ocasionado esa pega bucal inesperada.

---- Lo que sucede es que mi novio también tiene brackets y al besarnos los alambres se entorcharon tanto que no podíamos despegarnos, imagínese la pena que pasé, todos los que estaban en la playa, dentro del mar y de las mismas casas vecinas salieron a ayudarnos, nos jalaban de un lado para otro, parecía una escena de titiriteros baratos, por supuesto que nosotros éramos los títeres.

Hasta que un señor que arregla llantas de bicicletas en la playa, coloca parches e insufla los neumáticos, sacó un corta frio más oxidado que atleta pensionado y logró cortarnos los alambres más por fuerza humana que por capacidad de corte de la herramienta utilizada. De todas maneras le agradezco porque todavía estuviéramos pegados como siameses. ¡Qué pena Doctor!

---- Ajá, pero yo no le veo problema a eso, ha podido sucederle a cualquiera y es normal que las parejas se den un beso aunque sea “entorchao”, le apunté yo para animarla y darle normalidad al suceso.

A lo que ella automáticamente contestó:

---- Doctor Víctor lo que pasa es que en mi casa no saben que yo tengo novio, salimos pero a escondidas, son amores clandestinos y recientes.

---- ¡Ah! ya eso es otra cosa… agregué yo, pienso que con este acontecimiento tan visto por muchas personas, no demorarán tus padres en enterarse…

---- Que se enteren Doc dijo la joven, pero cuando ya yo esté en Barranquilla (ciudad donde comenzaba sus estudios superiores), por lo menos me da tiempo para preparar mis argumentos. Pero que no sea por boca suya.

---- Disculpa Nena, ya te di mi palabra de sacerdote improvisado.

No habían pasado más de cinco (5) minutos cuando sonó el timbre  con fuerza y continuidad, el que fuere no se despegaba de él.

La Auxiliar de Consultorio salió inmediatamente a abrir y ¡Oh que sorpresa!, era la madre de la joven recién atendida que con los cabellos enrulados como Doña Florinda (la del Chavo), delantal puesto, cara de pocos amigos y con voz militar, interrumpió hasta el consultorio y me cuestionó:

Doctor Víctor Hugo,

---- ¿Usted atendió a mi hija?

Porque ayer pasó toda la tarde y noche con un pañuelo diciéndome que tenía dolor de muela, yo le dije que la insolación y la sal marina arrebatan las caries, que eso era el motivo de su dolor.  

Pero como era Domingo, no había atención odontológica aquí en el pueblo, está mañana salió para acá, para que usted le sacara la muela, pero ahora que vengo caminando hacia su consultorio me encuentro con Agripina Rodríguez, alias Radio Bemba y me dijo que la Niña no tenía ningún dolor de muela, que un tipo se la estaba “martillando” ayer en la playa, que quedaron pegaos como perros en celo, por los “chócoros” esos que tiene puesto en lo dientes.

Sirvieron como testigos los cinco (5) hijos varones que ese domingo también se estaban bañando en el mar. Los llamó de una vez y les preguntó:

---- Muchachos que fue lo que le pasó a la Nena de la Señora aquí presente, ayer en el mar, a lo que los cinco al unísono, como coristas  entrenados contestaron.

---- Es que un man se la estaba “trillando” ayer en la playa  y como ambos tienen frenillos quedaron pegaos, como los perros pero por la boca, hasta que el viejo que arregla bicicletas los separó cortando los alambres.

Ante semejante justificación, yo solo le contesté:

---- Doña su hija acabó de irse, pero por supuesto que ella no me contó nada, solamente quería que  le retirara el alambre y como esa es mi labor, pues la atendí, sin más detalles.

---- Mire Doctor, me replicó la vieja, a esa “pelaita” cuando la coja le voy a meter una limpia como para ella sola, porque es una arbitraria y sin vergüenza, imagínese con novio, ¿Qué tal? En vez de ponerse a estudiar.

Pero lo que más rabia me da es que ahora en el pueblo le dicen la beso “entorchao” y usted sabe cómo son aquí con los apodos, ahora quedará marcada así para toda su vida.

Yo en el fondo no aguantaba la risa, de verdad que era una situación graciosa, pero ante la presencia de la madre, tocaba poner cara seria.

---- Cálmese Señora, no es para tanto y no pare bolas porque entre más usted se enfade, más la van a molestar, cójala suave y respire profundo.

Cuando siguió el siguiente paciente, un jovencito de catorce (14) años de edad, se dirigió a mí, de forma burlesca:

---- Ajá Doctor ¿qué hacía aquí la mama de beso “entorchao”, también se le enredó un bracket o qué?

Le contesté con una sonrisa y antes que volviera con alguna otra imprudencia le dije:

---- Sigue de preguntón y te calzo la muela sin anestesia…

Aun mi risa interior era incontenible, por lo que llegué hasta el baño, bajé el retrete (para que el sonido disimulara) y me reí hasta descargar todo el cumulo de risas contenidas.

---- Nojoda este pueblo si tiene vainas, pensaba en voz alta, ahora a la joven le dicen beso “entorchao”, inmediatamente me imagino literalmente al apodo y no dejo de sonreír…

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