SE FUE GABO
“¿Qué clase de misterio es ése que hace que el simple deseo de contar historias se convierta en una pasión que un ser humano sea capaz de morir por ella?” GGM
Partió con la Magia de su Realidad contada, con una maleta cargada de escritos para repartirlos en el Macondo Celestial, donde la Realidad de los Grandes Espíritus morará para siempre…
Se fue Gabriel José de la Concordia García Márquez, después de peregrinar ochenta y siete (87) años por el verdor literario de un pueblo de piedras prehistóricas y un rio cristalino de aguas diáfanas.
Se marchó el hijo de Gabriel Eligio García (el telegrafista) y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán; nieto del coronel Márquez, quien con sus historias reales de liberal veterano de la Guerra de los Mil Días, influyó mucho en el Nobel para que escribiera la Realidad narrada de su abuelo, más las historias Fantásticas de seres que toman vida en las noches y muchas entelequias complementarias, referidas por su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes, complementó en “Gabo” la Magia de sus escritos y por simbiosis: al Realismo Mágico como tal.
Se fue la pluma literaria más grande que ha parido esta tierra, se marchó el colombiano universal, lo hizo en calma sin acompañamiento de mariposas amarillas que decoraran su horizonte macondiano, sin los destellos de la memoria del Coronel Aureliano Buendía, cuando frente al pelotón de fusilamiento, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Me atrevo a pensar que durante la fase final de su enfermedad quizá fue protagonista de su propia Novela, cuando Melquíades le contó a José Arcadio Buendía mientras lo ayudaba a montar el laboratorio, que la muerte lo seguía a todas partes, husmeándole los pantalones, pero sin decidirse a darle el zarpazo final. Desafortunadamente lo dio Hoy 17 de abril de 2014.
De pronto en la volatilización de su viaje pudo acompañarlo Remedios la bella, quien se escapó de Cien Años de Soledad y se quedó vagando por el desierto de la soledad que embarga a Colombia Hoy por su partida, y evocando al Libro cumbre de Gabo, la recordamos: “sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
---- ¿Te sientes mal? le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
---- Al contrario, dijo, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo la serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y que pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria”.
Solo una imaginación como la tuya Maestro podría escribir estos párrafos inmortales, mágicos, reales e irrefutables.
La popularidad de su escritura también condujo a la amistad con poderosos líderes, incluyendo el ex presidente cubano Fidel Castro, amistad que ha sido analizada en Gabo y Fidel: retrato de una amistad. En una entrevista con Claudia Dreifus en 1982 dice que su relación con Castro se basa fundamentalmente en la literatura: “La nuestra es una amistad intelectual. Puede que no sea ampliamente conocido que Fidel es un hombre culto. Cuando estamos juntos, hablamos mucho sobre la literatura”.
En 1999 le fue diagnosticado un cáncer linfático. Al respecto, el escritor declaró en una entrevista en el año 2000 a El Tiempo de Bogotá:
---- Hace más de un año fui sometido a un tratamiento de tres meses contra un linfoma, y hoy me sorprendo yo mismo de la enorme lotería que ha sido ese tropiezo en mi vida. Por el temor de no tener tiempo para terminar los tres tomos de mis memorias y dos libros de cuentos que tenía a medias, reduje al mínimo las relaciones con mis amigos, desconecté el teléfono, cancelé los viajes y toda clase de compromisos pendientes y futuros, y me encerré a escribir todos los días sin interrupción desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Durante ese tiempo, ya sin medicinas de ninguna clase, mis relaciones con los médicos se redujeron a controles anuales y a una dieta sencilla para no pasarme de peso. Mientras tanto, regresé al periodismo, volví a mi vicio favorito de la música y me puse al día en mis lecturas atrasadas. En la misma entrevista, García Márquez se refiere al poema titulado La marioneta, que le fue atribuido por el diario peruano La República a modo de despedida por su inminente muerte, desmintiendo tal información. Negó ser el autor del poema y aclaró que “el verdadero autor es un joven ventrílocuo mexicano que lo escribió para su muñeco», refiriéndose al ventrílocuo mexicano Johnny Welch.
Gabo, se fue dejando a su Macondo con muchos seguidores, cultivadores del arte de escribir y narrar historias, con el propósito de mantener alegre a un pueblo. Él usaba su ciudad natal de Aracataca (Colombia), como una referencia geográfica para crear esta ciudad imaginaria, pero la representación del pueblo no se limita a esta área específica. García Márquez alguna vez dijo: “Macondo no es tanto un lugar como un estado de ánimo”.
Yo le añadiría que es un verbo conjugado solo por seres pensantes, que rompieron la condena premonitoria de estar condenados a Cien años de Soledad.
Vale la pena recordar que Gabo en su autobiografía, explica su fascinación por la palabra y el concepto Macondo cuando describe un viaje que hizo con su madre de vuelta a Aracataca:
“El tren se detuvo en una estación que no tenía ciudad, y un rato más tarde pasó la única plantación de banano a lo largo de la ruta que tenía su nombre escrito en la puerta: Macondo. Esta palabra ha atraído mi atención desde los primeros viajes que había hecho con mi abuelo, pero sólo he descubierto como un adulto que me gustaba su resonancia poética. Nunca he oído decir, y ni siquiera me pregunto lo que significa... me ocurrió al leer en una enciclopedia que se trata de un árbol tropical parecido a la ceiba"
Maestro Dios te guarde en su seno y que tu mensaje literario sea replicado por siempre en este Macondo Universal ¡que no te olvida nunca!