El Heraldo
La montaña artificial de material estéril y tóxico que bordea la Loma de Calentura.
Cesar

Carbón ha causado 22 enfermedades en corredor minero

Detectan cáncer pulmonar y apnea del sueño, entre otras, en municipios como La Loma, Cesar.

Los mangos, las matas de plátano y buena parte de la vegetación no son verdes en Loma de Calentura porque sus hojas están impregnadas por el negro del hollín que desde las carboneras invade todo el ambiente. El agua para el consumo tampoco es potable, como no es sano el aire que se respira.

Este poblado de 18.000 habitantes, que forma parte de la zona de 84.000 hectáreas donde operan siete proyectos mineros en el centro del Cesar, tiene un común denominador con La Jagua de Ibirico, Hatillo y Boquerón donde viven 23.520 personas más: la gente sigue enfermando por la contaminación que deja el polvillo del carbón.

Con historias clínicas en manos, más de 360 personas -de Loma de Calenturas, corregimiento de El Paso conocido en la región como la Loma a secas, y La Jagua- se presentaron ante funcionarios de la Defensoría del Pueblo que a mediados de julio se trasladaron a esas localidades para evaluar el impacto del carbón en los lugareños.

Los resultados fueron alarmantes. “Quienes viven en esta zona están sufriendo 22 enfermedades”, revela el Defensor regional del Pueblo, Omar Contreras.

En 2013 más de 5.900 casos de infecciones respiratorias fueron atendidos en el hospital de La Jagua y en lo que va de este año, 2.400 personas asistieron a consulta con afecciones similares, mientras que en la Loma, el 60% de los pacientes que llegan al puesto de salud lo hacen también afectados por estos mismos males.

¿QUÉ ENFERMEDADES HAY?. En la revisión médica la Defensoría encontró pacientes con asma, asfixia, neumonía, bronquitis y tos, en lo relacionado con dificultades respiratorias; además de hongos, manchas y brotes en la piel.

Las historias clínicas revelaron también enfermedades más severas como neumoconiosis, silicoantracosis, hipertensión, cáncer pulmonar, problemas gástricos severos, bronquiectasia, neuropatías, apnea del sueño y sinusitis. Igualmente conocieron casos de partos prematuros, aparentemente relacionados con la contaminación.

“El ambiente es malsano”, afirma Contreras y subraya que “no es el apropiado para que un ser humano viva digna y saludablemente”.

Al diagnostico de la Defensoría del Pueblo, plasmado en un informe conocido por EL HERALDO, se suma lo que sienten los afectados.

En la Loma, Javier Antonio García, quien padece de hongos en la piel, asegura que hay mucho niño enfermo: “Aquí la contaminación es tremenda”, lamenta y denuncia que “no hay soluciones” para quienes tienen problemas pulmonares.

“Estamos reclamando atención del Estado pero no llega”, se queja García.

Ante el deterioro de la salud pública, paralelo a la evaluación médica la institución han llevado a cabo 22 acciones defensoriales “para buscar la información donde se encuentre”, insiste el defensor Contreras.

Esta gestión “para determinar la afectación” ha incluido requerimientos a la Gobernación del Cesar, a la Secretaría de Salud departamental, a los alcaldes del corredor minero, a los gerentes de los hospitales y a Medicina Legal.

“Con estudios forenses vamos a revisar 20 casos de los más complejos que hay porque ya existe el reporte de la muerte de una persona de 25 años por afecciones respiratorias”, revela el funcionario.

GRAVE DAÑO AMBIENTAL. Entre La Jagua de Ibirico y la Loma hay un cinturón de 30 kilómetros con siete proyectos mineros. Las minas que rodean a Boquerón y El Hatillo –en esa zona estaba el desaparecido Plan Bonito donde vivían 800 personas–son Calenturitas, de Prodeco; Descanso Norte y Pribbenow, de Drummond, y El Hatillo y La Francia, de Colombian Natural Resources, CNR.

En su análisis ambiental, la Defensoría del Pueblo hace énfasis en la “montaña de desechos tóxicos al aire libre” que está en Loma de Calentura. “Tiene más de 50 metros de alto y 5 kilómetros de longitud”, calcula la institución. Se trata del material estéril que es depositado por enormes volquetas a escasos 200 metros de la población, que debe convivir con este “enemigo público” como lo llaman sus habitantes.

La montaña artificial que ha ido creciendo en el botadero de la empresa CNR está compuesta por “material estéril” y “desechos tóxicos”, describe la Defensoría.

Se refiere a la pirita que es un mineral que tiene 53,48% de azufre y 46,52% de hierro. Este es el principal componente del polvo del carbón. En las reacciones con el oxígeno pueden generar la alteración del material genético celular.

“El material particulado es una de las amenazas graves a la salud. La toxicidad de las mismas depende de su tamaño”, puntualiza el informe.

RÍOS AFECTADOS. Además de los daños a la salud, la Defensoría halló que en el corredor minero hay “pérdida del nivel cognitivo de los niños” producto del hambre y las necesidades que afrontan las poblaciones. Esta situación en particular causa “deficiencia” en la educación básica.

“Se observa un índice bastante bajo porque encontramos que hay jóvenes de 15, 16 y 17 años cursando primero de primaria, lo que evidencia, de alguna forma, el atraso en que están”, precisa Contreras.

Aunado a esto, dice que el agua no es apta para el consumo humano y hay un alto riesgo de inseguridad alimentaria. “Se está acabando la ganadería, la pesca y la agricultura, producto de la contaminación”, advierte el Defensor.

¿Por qué inseguridad alimentaria? En el corredor minero entre La Jagua de Ibirico y El Paso hay escasez de alimentos causada por el desempleo, la infertilidad de la tierra, la sequía y pérdida de cultivos y animales.

De acuerdo con la Defensoría la actividad minera ha afectado los suelos causando desertificación, desaparecieron de esta zona cultivos tradicionales como sorgo, trigo y algodón, y están bajo amenaza las siembras de maíz, arroz, cacao y café.

Especies nativas de peces como el bocachico y el bagre pintado, que servían como bastión en la cadena alimentaria, han desaparecido.

En las fuentes hídricas se puede apreciar excesos de contaminación. Los ríos  Calenturitas, Tucuy, Sororia, Maracas, San Antonio y la quebrada El Pajuil, que bordean y recogen los químicos de los botaderos son los primeros damnificados.

“Los ríos de agua potable de los 80, terminaron arrastrando las aguas contaminadas de las mineras cambiando de paso la vocación agrícola y cultural  de los habitantes”, señala una denuncia colectiva de los habitantes de la zona.

Lidys Infante, otra lugareña, explica que, en efecto, las albercas en las que almacenan agua “amanecen con un polvillo negro del carbón”.

La mujer dice que le diagnosticaron “plomo en el cuerpo” y reafirma que especialmente los niños registran problemas respiratorios y son “llevados a cada rato” al puesto de salud de la Loma de Calentura.

Lo que estamos viendo -añade el defensor Contreras- es que vamos a heredar una gran cantidad de personas enfermas que ni toda la plata que se ha ganado la Nación con las regalías alcanzará para que la red pública trate a estas personas afectadas en su salud.

Aire contaminado
Para verificar la calidad de aire en la zona minera  Corpocesar cuenta desde abril de 2007 con una red de monitoreo con 15 estaciones ubicadas en los municipios de La Jagua de Ibirico, El Paso, Chiriguaná y Becerril. Allí recogen partículas suspendidas en el aire (puede ser polvillo de carbón o el polvo que levantan los camiones por los caminos destapados). De acuerdo con los resultados del monitoreo de aire entre julio de 2013 y junio de 2014, en la vía a La Jagua de Ibirico es evidente la contaminación por partículas suspendidas totales, al pasar de un nivel permisible de 100 microgramos por metro cúbico a cerca de 120 microgramos del material respirable en la atmósfera, lo que afecta el sistema respiratorio de las personas. En El Paso, para el mismo periodo, en el corregimiento de la Loma y Plan Bonito los niveles de partículas suspendidas también superaron lo permitido.

Que la Nación actúe, dice Minas del Cesar
Frente al informe de la Defensoría, el secretario de Minas del Cesar, Pedro Díaz, acepta que lo que allí sucede “es una preocupación latente” de todos los actores de la sociedad civil que habitan en la zona carbonera del Departamento.  Recuerda que desde 2007 hasta la fecha se ha hecho la declaratoria de “áreas fuentes de contaminación”, la cual se agrava en la época seca con las implicaciones que esto tiene para la salud de las comunidades, “por el incremento de las enfermedades respiratorias agudas y enfermedades en los ojos”.  El funcionario pide a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, Anla, establecer un escenario para “concertar una salida a la afectación del ambiente y reducir sus consecuencias”, estableciendo un tiempo para que el Cesar sea “territorio libre de áreas de contaminación”.

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