Cuando registraba la celebración de los 20 años de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) llegaron los detalles y comentarios sobre el despido de la MVS de Carmen Aristegui, la conocida periodista mexicana.

Reunía información sobre ese hecho cuando el correo me trajo el libro conmemorativo de los 70 años del Círculo de Periodistas de Bogotá titulado 70 años de periodismo en Colombia.

Son tres hechos que, como caras de un poliedro, dirigen la mirada al pasado, el presente y el futuro del periodismo colombiano.

Del pasado habla la publicación del CPB en la que aparecen las constantes que, como el ADN, definen la identidad de nuestro periodismo. ¿Llega a ser marca genética que el primero periódico –El papel periódico de Santa Fe– haya sido iniciativa del virrey Ezpeleta, quien a través del director Rodríguez impuso su agenda y línea informativa? Si a este hecho se agregan los cuatro pactos de autocensura durante la dictadura Rojas y en los años siguientes, y la proclividad a mantener cercanía con el poder, pueden medirse la dificultad y la profundidad de las tareas del periodismo de hoy y de mañana, que suponen borrar esas marcas de origen.

Tiene que ver con esa lectura del pasado la información presente sobre el despido de la periodista Aristegui, inevitablemente ligado a informaciones como la de la Casa Blanca , que tanto afectó al presidente Peña Nieto. Que la casa figure a nombre de su esposa y que tenga que ver con el contratista del tren de alta velocidad, fueron factores agravantes del escándalo, pero si a esto se le añade que el despido de la periodista coincide con el propósito anunciado de adherir al proyecto México leaks –el banco de informaciones alimentado por las denuncias de la ciudadanía sobre corrupción oficial– el asunto pasa de castañooscuro y se vuelve una nueva notificación sobre el elemento que está definiendo el futuro de los medios de comunicación: su independencia.

Fue este uno de los temas que se debatieron en los 20 años de la FNPI. Parece claro que solo verán la segunda mitad de este siglo los medios capaces de enfrentar los poderes, al romper las dependencias económicas que hoy los limitan y minan su credibilidad.

Un futuro en que los medios no dependerán de la publicidad ni de los patrocinios les permitirá desplegar todo el potencial de una información libre de toda dependencia.

Lo de Aristegui y la marca genética dejada por Ezpeleta en el Papel Periódico son hechos que resaltan en las noticias de la última semana como una señal de advertencia.

Tanto para el CPB en sus 70 años como para la FNPI al proyectar sus próximos 20 años resulta un mandato el trabajo de preparación del futuro con la cimentación y construcción de una independencia de la prensa, a toda prueba.

Todo está indicando que sin el apoyo publicitario o de patrocinios, la prensa apelará a la ayuda de sus suscriptores, que pasarán a ocupar un lugar distinto del que hasta ahora ocupan: el de meros clientes pasivos.

La ruptura de las dependencias del poder le dará a la prensa credibilidad, peso moral e influencia. La interactividad con los lectores, que serán su apoyo económico, le dará la claridad para conocer lo que está sucediendo y el regreso a la fuente de poder que nunca debió abandonar.

Jrestrep1@gmail.com.