‘Lindo capricho’
"Lindo capricho, capricho de verdad”, dice la canción de Lucho Bermúdez. Caprichos de verdad fueron los antojos de una novia, que, como tantas hoy día, quieren que su boda sea la más “original y diferente”. Esto sucedió en la vida real. La novia no quiso casarse en Barranquilla, su ciudad, sino en otra ciudad, porque eso es lo “in”. Llega el día de la boda y empiezan los preparativos. Cuando el estilista acaba de arreglar a la novia, esta se pone histérica y se desbarata el peinado. No le gustó. Al estilista le da un patatús; manotea, y al suelo van peinillas, cepillos, rimmel, rouge. Está furioso; se va. El padre de la novia resbala con una crema y cae, pero se incorpora y de rodillas le suplica al estilista que no se vaya. El estilista hace un gesto de pelao regañado y, al fin, accede a quedarse. En medio de la pelotera, la mamá de la novia, de los nervios, entra en shock. Le dan un par de petacazos para calmarla, pero le hacen efecto y llega a la iglesia sollada cantando y bailando. El esposo, apenado, la mira maluco y la puya para que se deje de tantas monicongadas. Termina la misa; empieza la fiesta. Suena una papayera. Para ‘variar’, en vez de bailar el vals bailaron un porro sabanero: Arturo García. Un buffet ‘diferente’, y el postre, unas chupetas ‘Bum-bum-bum’. Todos los invitados, con el palito en la boca. A la madre de la novia, la mezcla de ron con champaña le produce lipotimia.“Traigan Alka Seltzer y tinto”. A todas estas, el papá, agotado y demacrado por tanto ajetreo y aterrado por las extras en la “cuentecita” debido a los nuevos caprichos que surgieron, se desploma en una silla. Alguien lo ve y dice:”Ese como que está anoréxico”. Y él responde: “Anoréxico y limpio, ¡pero la niña quedó contenta!”.
Antonioacelia32@hotmail.com
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