Los cambios que requiere el Carnaval
La repetida presencia de tráileres en la Batalla de Flores –que esta vez desplazaron a una comparsa emblemática, dejándola para el final del desfile en medio de un charco de agua, de las basuras y de la soledad de los palcos–, más la no actuación de Checo Acosta e Iván Villazón en el Festival de Orquestas desataron el martes de Carnaval, cuando moría Joselito, un tsunami de críticas en las redes sociales, eclipsando el buen desempeño general de la festividad y los avances en cultura ciudadana y seguridad. Los blancos fueron Carnaval S.A. y su directora Carla Celia.
El jueves 19, en EL HERALDO, Celia centró el debate en la financiación pública, cuya ausencia, dijo, explica la excesiva comercialización de la festividad y, de paso, la procesión, desde hace años, de los tráileres que promocionan a varias empresas patrocinadoras. El viernes 20, la alcaldesa Elsa Noguera respondió: “Si nos quieren devolver el Carnaval, lo recibimos con cariño”.
De la polémica surgida tiene que derivar el camino obligado del diálogo y la búsqueda consensuada de una salida. Pero hay que partir de reconocer dos realidades: la fiesta no puede depender fundamentalmente de la empresa privada ni tampoco es suficiente que la Alcaldía aporte el espacio público para el financiamiento.
¿Qué hacer, entonces? Un acuerdo de ciudad en el que esta gane potenciando una fiesta que tendrá mayores retos a partir de la aprobación, este año, del Plan Especial de Salvaguarda. Hay que evaluar alternativas. Celia alega que las carencias financieras se han agravado porque Carnaval S.A. tiene restricciones para hacer convenios con el sector público, recibir donaciones, además de una alta carga tributaria, y ha propuesto volver a la figura de la Fundación Carnaval. Pienso que debe discutirse abierta y democráticamente qué tipo de ente sería el más indicado, sin descartar la fundación y sin ahuyentar el apoyo privado. Pero sí es esencial dejar muy claro que la Alcaldía liderará la fiesta en el marco de una potente política cultural. Adoptado el modelo institucional más conveniente –que implica contar con un operador central fuertemente apoyado por la Alcaldía y el Ministerio de Cultura–, el escenario del financiamiento debería quedar despejado. El nuevo modelo debe asegurar una mejor organización de la fiesta, integrando a todos sus actores, y el respaldo a los otros operadores que han ido surgiendo y que realizan con éxito unos eventos que han logrado un destacado posicionamiento.
Los retos venideros del Carnaval son grandes: convertirse en una poderosa industria cultural basada en la tradición que funcione todo el año y genere ingresos a los hacedores para que no dependan menesterosamente del subsidio público o privado; disponer, así como los Juegos Centroamericanos y del Caribe que realizaremos, de una moderna infraestructura donde los hacedores puedan ensayar y se ofrezcan gratis los espectáculos carnavaleros y de otro tipo; vigorizarse en los barrios, y proyectarse como un buen producto televisivo nacional e internacional, superando la incapacidad de Telecaribe.
@HoracioBrieva
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