‘Amores perros’ me cambió la vida: Gael García

A la entrada del teatro Adolfo Mejía, anteanoche, una estudiante de filosofía se le arrojó al actor mexicano Gael García y temblorosa le pidió que le permitiera una foto con él, que ese fuera un sueño que quería cumplir.

El director de El Tiempo, Roberto Pombo, quien acompañaba a García, trató de que el actor no se incomodara con la seguidora del artista. Pero fue el mismo García quien se puso a disposición de la joven.

Aturdida por la generosidad del actor, que ya debía estar en el auditorio del teatro para dar su tertulia, una de las más importantes del Hay Festival Cartagena 2014, la estudiante le dio su celular a Pombo para que este tomara la foto.

Esta escena, la trajo a colación el periodista en la conversación con García. Pombo le preguntó por qué había aceptado, tan benevolente, tomarse la foto con la joven, cuando acaba de decir que no se creía ni aceptaba lo que llamó “el rollo” de la fama por ser actor célebre.

Entonces dijo: “toda relación que comienza con una foto es una mala relación”. Y explicó que era porque solo se quedaba en eso, en un instante, sin tener oportunidad de conocer más de aquella persona que lo aborda.

García habló de que le encanta la posición de irreverente, “me divierte muchísimo”. Y que sabe que el hecho de no ser etiquetado a algunos les causa rabia. Se refrió a la actitud que genera, por ejemplo, no dejarse retratar para salir las páginas sociales de en una revista como Hola.

Es entonces cuando le reprochan porque consideran que un actor famoso debe dejarse tomar fotos ya que “eso hace parte del rollo”.

Sostuvo que las películas hablan de los actores y que él, por fortuna, no ha caído en la tentación de crear o participar en movimientos generacionales.

Admitió que en principio no quería ser actor. “Pero fracasé”, dijo irónico y despertó risas y aplausos en el auditorio.

Soñó ser médico, sociólogo, antropólogo, pintor, futbolista y hasta beisbolista, pero la huelga en 98-99 de la Universidad Autónoma de México, lo llevó a Londres donde trabajó en bares. Reconoció que se aburría mucho de esa vida hasta que se trazó una meta.

“Mi meta era hacer teatro y tener una novia de Eslovaquia”, dijo y el público le festejó el apunte. Por aquellos días soñaba con tener una compañera para viajar por todo el mundo haciendo teatro.

Terminó estudiando artes dramáticas y al segundo año de escuela lo llamó Alejandro González para que le mandara un casete porque deseaba que participara en su película. González le preguntó si quería que le enviara el guión y García le respondió: “No, para qué”.

Era nada más y nada menos que Amores perros. De esta película dijo que se hizo en México cuando la industria estaba de capa caída. Sostuvo que es una historia muy Latinoamericana, que se hizo con mucha fuerza, con las entrañas, y que le cambió la vida.

Recordó que todos decían que los intérpretes eran primerizos y que terminó dándole la vuelta al mundo. García dijo que la dirección de cine es la manifestación más profesional y que está en sus planes serlo.