El Heraldo
Daniela Espitia, víctima y Deimmer Díaz, expareja y padre de los hijos de Daniela, a quien sus familiares señalan como el homicida. Cortesía
Judicial

“Él mata a mi nieta y enseguida llama a su hermana”

Familiares de la joven asesinada dentro de un motel en el Centro aseguraron  que ella les había contado que sufría maltratos de su expareja. 

“Yo no entiendo por qué ella aceptó volver a salir con él”, dijo con la voz entrecortada Nuris Pineda en la mañana de este miércoles, aferrada a los barrotes que resguardan su casa en el barrio Villa del Carmen, de Soledad. 

De pie en la terraza de su casa, con los ojos vidriosos y su casa llena de dolientes, Nuris lloraba la muerte de su nieta, Daniela Espitia Flores, de 21 años, a quien hallaron sin vida en el interior de una residencia en el Centro de Barranquilla, en la tarde del lunes.

En la residencia hay al menos seis cámaras de seguridad. Varias de ellas registraron la llegada de Daniela  junto al principal sospechoso de su muerte, su expareja y padre de sus dos hijos de 5 y 2 años, a quien Nuris identificó como Deimmer Díaz.

“Ella estaba aquí en la casa. No había querido desayunar ni nada. Había sido una mañana pesada, todos estábamos así. Ella ayer (lunes) salió como al mediodía y me dijo “ahorita vengo, abuela”. Dejó los niños bañados y todo donde la muchacha que se los cuida y se fue”, relató Nuris, asegurando que no sabía que su nieta tenía la intención de encontrarse con el padre de sus hijos.

Cuando Daniela llegó con su acompañante era la 1:25 de la tarde de este lunes. El motel, ubicado en la calle 43 con carrera 44, había vuelto a funcionar apenas unas horas antes, después de varias semanas de recesión por la pandemia de la COVID-19. Ellos eran unos de los primeros clientes y marcaron la trágica reapertura.

Según un testigo, ellos llegaron “tranquilos, como una pareja cualquiera”. Por cuestiones del azar —o el destino para quienes así lo creen— se les asignó la última habitación de la residencia, a donde entraron juntos. Una hora y media más tarde él salió solo.

El tiempo pasaba y la joven madre, que hace apenas 15 días había empezado a trabajar como asesora de ventas en una empresa de telefonía, seguía sin salir. Su pareja ya estaba lejos del lugar y por eso los empleados del sitio se empezaban a cuestionar el bienestar de la joven. Entonces, por despejar dudas, contó una fuente, una de las empleadas se acercó a la habitación asignada.

Adentro, el panorama era atroz. La única habitación que había sido ocupada esa tarde había sido manchada de sangre. Daniela estaba tendida sobre la cama, con heridas en el pecho, una almohada sobre la cabeza y una sábana cubriéndole el resto del cuerpo. Daniela estaba muerta.

“Él mata a mi nieta y enseguida llama a su hermana, ella ya lo sabía. Él le dijo que fuera a la casa de su abuela y le recogiera ropa y dinero porque había matado a Daniela”, relató Nuris. Esa conversación telefónica la habrían tenido mientras la hermana del sospechoso estaba en una tienda del barrio en el que ambos vivían, donde habían crecido, el mismo que vio evolucionar su relación desde hace aproximadamente siete años. Por eso, cuando allegados de la familia de Daniela, que estaban en ese mismo momento en la tienda, escucharon la conversación enseguida dieron la noticia.

De inmediato, la mamá de la joven y dos de sus tíos se dirigieron a la residencia en la que habían hallado a Daniela sin vida. La madre estaba tan consternada que las fuerzas se le desvanecieron; por eso fue uno de sus hermanos el que identificó en un video de cámaras de seguridad a la expareja de Daniela saliendo del motel.

“Mi tío fue el que vio el video. Él dijo que se ve que él sale por una gaseosa y vuelve y entra. Después se ve que sale con el bolso de ella y se va encajando la camisa y sonriendo. Ya ahí no se ve más”, contó a EL HERALDO un familiar de Daniela.

La familia dijo que a ella la habían identificado por los tatuajes que tenía, pero que todas sus pertenencias, incluidos documentos de identidad, desaparecieron con su asesino,

Según una fuente judicial, las heridas que tenía Daniela habrían sido hechas con un pico de botella, pero no habrían sido las causantes de su muerte. Explicó que se trata de establecer si efectivamente el arma homicida fue la almohada que Daniela tenía en la cabeza y en la que incluso habrían quedado rastros de su maquillaje.

Mientras tanto, familiares y allegados lamentan la pérdida de Daniela en la vivienda de su abuela, a donde se había mudado unos seis meses atrás, cuando decidió separarse de Deimmer por los constantes maltratos que, según familiares, recibía de él.

En la mañana de este martes, las autoridades revelaron que Daniela habría denunciado a su expareja en dos ocasiones por violencia intrafamiliar. Estas denuncias están siendo verificadas con miras a establecer los móviles del crimen y más detalles sobre la identidad y el paradero del presunto asesino.

Una fuente judicial y familiares de Daniela aseguraron que las autoridades habían hecho contacto con la hermana del sospechoso, pues ella supuestamente había dialogado con el hombre la posibilidad de entregarse a la Justicia. Al cierre de esta edición, no habían entregas ni capturas por el caso.

¿Tenían autorización?

El martes amaneció y el motel en el que asesinaron a Daniela Espitia estaba cerrado. Duró menos de 24 horas en funcionamiento, según una de sus trabajadoras, quien aseguró que apenas habían decido volver a recibir clientes en la mañana del lunes en que ocurrió el crimen. 

Si bien el lugar había decidido cerrar nuevamente tras el hecho d sangre, este medio conoció que la Policía Metropolitana no había puesto medidas restrictivas contra el establecimiento comercial, pues no estaba dentro de su responsabilidad. Lo que sí hizo la autoridad armada fue visitar el establecimiento para incluirlos dentro de un protocolo de comunicación y seguridad para la prevención de delitos como la trata de personas, prostitución infantil, abuso sexual, homicidios, entre otros. 

Por otro lado, EL HERALDO consultó a la Secretaría de Desarrollo Económico de la Alcaldía de Barranquilla si el establecimiento en el que ocurrió el homicidio estaba entre los 10 moteles autorizados para funcionamiento en medio de la pandemia; sin embargo, al cierre de la edición, esta dependencia no había confirmado que este contara con el permiso ni que tuviera los protocolos de bioseguridad contra la COVID-19.

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