Judicial

Exhuman en Barranquilla restos de 2 víctimas de la toma del Palacio

Diligencia se hizo en el cementerio Jardines del Recuerdo. Asistieron familiares del magistrado Julio Andrade y de la auxiliar Nurys Gutiérrez.

Familiares de Nury Gutiérrez De Piñeres y del magistrado auxiliar Julio César Andrade, y una comisión de funcionarios del CTI y Medicina Legal, confluyeron ayer a las 9 a.m. en el cementerio Jardines del Recuerdo, dentro de un área acordonada por una cinta amarilla que restringía el paso.

Con los rostros protegidos con tapabocas asistieron a la remoción de esa tierra, para ellos sagrada, en donde cada golpe de pico y de pala los acercaba un poco más a la verdad que buscan con ahínco desde hace 30 años.

Para los familiares de los funcionarios judiciales, desde un principio cuando les entregaron los presuntos restos, ha existido la duda sobre si en realidad eran sus cuerpos calcinados, los mimos que han llorado y honrado durante tres décadas.

Cargan todavía los ecos de ese capítulo oscuro que el país no olvida: la toma y retoma del Palacio de Justicia, en Bogotá, ocurrida entre el 6 y 7 de noviembre de 1985.

El Estado asumió la responsabilidad de identificar a las víctimas del llamado holocausto, pero ya Medicina Legal reconoció que las labores de identificación fueron insuficientes.

Ciclo que no ha cerrado. La toma del Palacio de Justicia por un grupo de insurgentes del M-19, y su posterior retoma a sangre y fuego por miembros del Ejército Nacional, dejó cerca de un centenar de muertos y unos 11 desaparecidos.

El procedimiento efectuado en el campo santo, ubicado en las afueras del norte de Barranquilla, fue ordenado por la Fiscalía. Así se accedió a las solicitudes de parientes y descendientes de las víctimas, luego de un proceso “muy dilatado”, acusaron estos.

Gabriel Andrade, un hombre de leyes como su padre, tenía 17 años cuando el eje de su familia  quedó atrapado en medio del fuego cruzado. A su corta edad tuvo la responsabilidad de la identificación  de su cadáver.

“Recuerdo que me dijo: tú eres el mayor, no te vayas a despegar de tu mamá”, dijo cerca de la tumba, mientras venían a su mente dolorosos recuerdos. A su cabeza volvieron los fragmentos de ese pasado de angustia y  de un ciclo que ellos sienten que aún no se ha cerrado.

“Aspiramos completar los niveles de certeza que toda familia merece: a nosotros nos entregaron unos restos calcinados, en una caja metálica, y así tuvimos que enterrarlo”, dijo Andrade. “Hoy queremos más que nunca saber la verdad”.

Diana Andrade, hija del magistrado auxiliar, agregó que en las circunstancias de hace 31 años hubo muchas irregularidades en el recibimiento de los despojos. “Espero saber que la justicia no me falló y cerrar el círculo”.

Dudas de 30 años. Carlos Gutiérrez De Piñeres, con una evidente tristeza acumulada en su mirada durante tres décadas, recordó que su hermana fue criada en el barrio El Carmen. Era madre de una niña, que tenía 8 años al momento de la toma, y se desempeñaba como secretaria del magistrado Dante Fiorillo Porras.

Sus despojos mortales también fueron dados a sus familiares calcinados, irreconocibles. La única ‘certeza’ que les dieron para que estuvieran seguros que pertenecían a Nurys, fue el lugar donde fueron hallados: en su oficina, en el cuarto piso del Palacio.

“Pero siempre hemos tenido dudas, mi papá murió sin tener la certeza”, aseguró.

Pedro Manuel, otro hermano de la servidora, no olvida las imágenes proyectadas en los canales nacionales de televisión, sobre la toma y retoma del recinto. “Escuchar a Echandía, el presidente de la Corte, pidiendo cese al fuego, me retumba todavía en la cabeza y mi hermana allá dentro, sin poder salir”.

En bolsas, no cajas. Los peritos forenses del CTI y Medicina Legal removieron la tierra con ayuda de trabajadores del cementerio. Terminadas las labores, vino la sorpresa para las familias: los restos no yacían en cajas de metal –como creían–, sino en  bolsas plásticas, y lucían con un tamaño mayor al que recordaban.

Las osamentas fueron empacadas en bolsas y trasladadas a las instalaciones de Medicina Legal, en Barranquilla, donde serán tomada las muestras de ADN que serán enviadas a un laboratorio en Villavicencio. Allí serán cotejadas con los de familiares.

“Quedamos un poco dudosos porque así no es como recordamos que estaban los restos. Han pasado 30 años y ahora tenemos que esperar las conclusiones de la ciencia. En cuatro a seis meses, nos dicen, estarán listos los resultados”, informó Gabriel Andrade.

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