El Heraldo
En Bahía Portete no quedó casi ninguna vivienda en buen estado. Fue un acto de destrucción y sevicia contra los wayuu.
La Guajira

Bahía Portete: Diez años sin retorno, sin reparación y sin verdad

Primera entrega. En la Alta Guajira las AUC asesinaron a cuatro personas, la mayoría de las víctimas fueron mujeres wayuu, que hasta ese día eran intocables. Además hubo tres desapariciones y desplazamiento masivo.

Cuatro personas muertas, tres de ellas mujeres, y dos desaparecidas, dejó la masacre de Bahía Portete en la Alta Guajira, registrada el 18 de abril de 2004. Sus autores fueron paramilitares que también destruyeron las casas, profanaron el cementerio y torturaron a muchos de los habitantes de esta comunidad wayuu.

En esa época Telemina Barros Fince era una universitaria de 19 años, que solo esperaba graduarse, formar una familia y trabajar para criar muy bien a los hijos que tendría.

Hoy, diez años después, su trabajo y el de su hermana Débora  gira en torno a la búsqueda de justicia para los que murieron aquel día  y cometieron la masacre en la que la mayoría de las víctimas fueron mujeres.Juntas crearon, con este fin, la Organización WayuuMunsurat- Mujeres Tejiendo Paz.

Esta bahía, ubicada al nororiente del departamento, y privilegiada por su profundidad, fue por mucho tiempo el sitio por donde se comercializaba la mercancía de contrabando en La Guajira y fue el escogido por Arnulfo Sánchez, alias Pablo, para instalar su campamento paramilitar.

Según testimonios presentados en el Informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, alias Pablo llegó allí de la mano del indígena wayuu José María Barros Ipuana, comerciante  conocido como Chema Bala.

Telemina afirma que ese domingo se rompió el tejido no solo de su familia, sino de toda una comunidad. En la masacre murieron Margoth Fince Epinayú, de 70 años, cuyo cuerpo tenía una herida de hacha en la cabeza, Rosa Fince Uriana de 46 años, Rubén Epinayú de 18 años, torturado y amarrado a una camioneta, además de una persona sin identificar de la cual solo se encontró un brazo calcinado. Reina FincePushaina de 13 años y Diana Fince Uriana de 40 años, fueron torturadas, asesinadas y desaparecidas.

Otros habitantes fueron interrogados, torturados, humillados y muchos resultaron heridos.

La comunidad indígena de Bahía Portete había advertido a las autoridades sobre el riesgo que estaban corriendo y solicitaron tres días antes de la masacre que la fuerza pública les brindara protección. La inquietud fue expuesta ante la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación y el Ministerio de Defensa. No recibieron ninguna respuesta.

En la página 49 del mismo informe se afirma incluso que “en esos días soldados del Batallón Cartagena que patrullaban la zona, fueron retirados y destinados a prestar seguridad al entonces presidente Álvaro Uribe, quien visitaba la Alta Guajira para dar inicio a la operación del Parque Eólico Jepirrachi, y anunciar un proyecto de desarrollo turístico”.

Ese día desde las siete de la mañana comenzaron a llegar entre 40 y 50  hombres en varias camionetas. Los testigos dicen que algunos llevaban uniformes del Ejército, otros estaban de civil e iban acompañados de varios indígenas wayuu.

“Lo que pasó fue como una película de terror, porque profanaron las tumbas de nuestros antepasados, destruyeron y quemaron las viviendas,violaron, mataron y torturaron a nuestras mujeres, pero además saquearon todo”, aseguró uno de los miembros de la comunidad.

Solo se han entregado 8 ayudas humanitarias. Hoy, cuando se cumplen diez años de la masacre de Bahía Portete, la comunidad solo ha recibido ocho ayudas humanitarias y la mayoría de las 103 familias desplazadas no ha podido retornar a sus hogares. Muchas se fueron para Maracaibo, Venezuela,  otras se quedaron en Uribia y algunas en las comunidades cercanas al lugar de la tragedia.

Así lo afirmó Telemina Barros Fince, quien sin embargo dice que la reparación que más anhelan es la verdad.

“Vamos a llevar el proceso ya como un caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, porque queremos que se reconozca la responsabilidad de las fuerzas militares en el hecho, con base en testimonios que han dado algunos desmovilizados”, indicó. 

Agrega que después de la masacre, ella y su hermana comenzaron la búsqueda de justicia y verdad, enfrentándose a una maquinaria política, a funcionarios y a la sociedad, que rechazaban y negaban los hechos. Por esto fueron perseguidas e incluso intentaron asesinar a Débora en una oportunidad.

Los desplazados por la masacre no han podido retornar y tampoco han recibido ayuda psicosocial. Dice Telemina que la misma comunidad ha acudido a sus usos y costumbres, para sobrellevar la pena y volver a levantarse.

“Esta masacre es considerada como una de las más simbólicas del conflicto colombiano en cuanto a violencia de género, al poner en evidencia la sevicia de la que fueron objeto las mujeres por cuenta de los autores del hecho”, afirman las hermanas Barros.

El falso retorno costó $4.500 millones. Dilia Epinayú, de 50 años, es otra de las víctimas de la masacre, aunque su muerte se produjo en el 2005, después que el gobierno y las autoridades realizaran un “falso retorno”, según explicó Telemina.

“Esto fue organizado por el exvicepresidente Francisco Santos, con el gobierno local y otras entidades que se gastaron 4.500 millones de pesos trayendo gente que era de otras regiones y que  también habían perdido sus tierras”, explicó.

La mujer había sobrevivido a la matanza y regresó a Bahía Portete, donde fue asesinada por paramilitares en su casa y en presencia de sus hijos,

Varias condenas por el hecho. Según las investigaciones,  la masacre de Bahía Portete fue organizada por el jefe paramilitar del Bloque Norte de las AUC y  Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, y  el comandante militar del Frente Contrainsurgencia Wayuu Arnulfo Sánchez,alias Pablo, quienes planearon todo junto al wayuu  José María Barros Ipuana, conocido como Chema bala, comerciante de la zona.

‘Chema bala’ y su sobrino Adrián Agustín Bernier fueron condenados por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia por los delitos de homicidio agravado, desaparición forzada, tortura, terrorismo, hurto calificado y concierto para delinquir, aunque la Alta Corte ordenó a la Fiscalía abrirles otro proceso por desplazamiento forzado.

El primero actualmente se encuentra purgando una condena por tráfico de estupefacientes en Estados Unidos, hacia donde fue extraditado ese mismo año en el 2007 después de ser capturado.

Por este mismo hecho también se encuentra condenado alias Pablo,  quien fue capturado en noviembre del 2010 en Bogotá.

La condena fue de 26 años y  se produjo en mayo de 2011, después de someterse a formulación de cargos para sentencia anticipada ante una Fiscal de Derechos Humanos

Alias Pablo aceptó su responsabilidad por los delitos de homicidio agravado, concierto para delinquir agravado, hurto calificado y agravado, desaparición forzada, tentativa de homicidio, tortura y desplazamiento forzado.

Por su parte Jorge 40 durante una versión libre ante la Unidad Nacional de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación, admitió su responsabilidad en la masacre, sin embargo negó que haya habido desaparecidos y desplazamiento forzado, por el contrario, señaló a los indígenas wayuu como “delincuentes armados”. 

Nada de esto es suficiente para Telemina y Débora que ahora son abogadas. Ellas quieren que se sepa toda la verdad y que además los responsables digan dónde están los desaparecidos.

Los 18 de abril
El Yanama
El Yanama es un acto simbólico de recuperación del territorio de Bahía Portete que se realiza el 18 de abril de cada año. Ese día llegan al lugar mujeres, niños, jóvenes, autoridades tradicionales y familiares de los dos clanes víctimas de la masacre, acompañados de autoridades y organizaciones de derechos humanos. En la conmemoración comparten, además de su dolor, labores cotidianas, rituales de limpieza y discuten sobre todo el proceso. “El Yanama es importante porque nos permite visibilizar nuestra tragedia y estar unidos para lograr la justicia”, afirmó Telemina. Su hermana Débora afirma que “son  10 años sin retorno, sin reparación, sin verdad, sin conseguir a las desaparecidas, 10 años de señalamiento, 10 años de sufrimiento, de atentados contra las lideresas, 10 años en pie de lucha las mujeres tejedoras de paz”.

Haga clic aquí para descargar el informe La masacre de Bahía Portete, Mujeres wayuu en la mira

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