El Heraldo
Esta imagen de Hilario despidiendo a ‘Frijolito’ fue tomada el pasado 28 de noviembre. Este es Hilario, hace uno días, al frente de su nuevo negocio en el barrio La Esmeralda.
Barranquilla

Hilario Gómez, de carromulero a microempresario

Los 36 hombres que sustituyeron sus carretas por una opción de negocio están poniendo en marcha sus proyectos.

Los jugos que Hilario Gómez vende en su nueva refresquería saben a gloria. Eso es lo que dicen sus asiduos clientes cada vez que saborean los de guayaba, níspero, mora o mango, preparados con el secreto culinario de su esposa Amalia.

Esta es la nueva vida que empezó hace un mes este excarromulero que después de 50 años, entregó la carreta y el burro a la Gerencia de Proyectos Especiales de la Alcaldía Distrital como parte del programa “Plan Integral de Sustitución de Vehículos de Tracción Animal”.

Y como él mismo lo asegura, “le apostó a un negocio jugoso”, para hacerle honor a su  naciente microempresa situada en la carrera 13 #73C-52 del barrio La Esmeralda.
Para este veterano barranquillero, uno de los días más tristes fue cuando se despidió de ‘Frijolito’, el burro que lo acompañó por ocho años.

La imagen de Hilario, de 84 años, conmovió a la opinión pública el 28 de noviembre, cuando apareció publicada en EL HERALDO.

La fotografía, que hoy reproducimos en la parte superior de este reportaje, muestra a un Hilario triste mientras despedía a su inseparable compañero de trabajo.
Hoy, ya más tranquilo, se sienta en la terraza de su negocio.

“¿Verdad que ‘Frijolito’ está gordito?”, preguntó a los funcionarios que de manera permanente lo visitan para hacerle seguimiento a su nuevo oficio.

El animal, según contó el gerente de Proyectos Especiales, Alfredo Carbonell,  fue adoptado y trasladado a una finca de San José de Saco, donde se recupera de la fatiga que le quedó tras arrastrar la carreta por largos años, desde la puerta de una  ferretería en la que le ofrecían trabajo a su amo.

Y la vida de ‘Frijolito’ pudo seguir siendo de cargas y la de don Hilario de carromulero, pero como este último se acogió al plan integral de la Alcaldía, el burro ahora vive en una finca donde ha ganado peso e incluso ha recuperado pelaje.

Por su parte, a Hilario no la ha podido ir mejor, porque a cambio de su semoviente, recibió una dotación en especie por 3 millones 500 mil pesos para  montar su ‘Refresquería la Bendición de Dios’.

“La Alcaldía no entregó dinero en efectivo porque la intención era la de promover microempresas con acompañamiento de asesorías”,  señaló Carbonell.
Entre los bienes que le fueron entregados están una nevera industrial, una vitrina para mantener cálidos los alimentos, frutas, verduras, mesas, sillas y una carpa que protege del sol a los que buscan refrescarse en el sitio. 
“Me gano casi lo mismo que con el ‘carro de mula’, pero tengo tranquilidad y no paso trabajo por ahí aguantando sol”, manifestó el hombre.

Si bien, dice que en un jornal puede vender unos 20 mil pesos, su mujer, en cambio, afirma que las ventas superan los $40 mil al día. “Yo lo sé porque soy la que vende, solo que él es el que guarda la plata en el bolsillo”, relata con sigilo la señora a la vez que contiene la risa. 

Junto a él, otras 35 personas se hicieron beneficiarias de las capacitaciones y asesorías del Centro de Oportunidades, donde les enseñaron principios básicos como la selección de un nombre para el negocio hasta aspectos de mercadotecnia como el análisis de la competencia y la promoción de la marca.

“Ellos fueron aportando las ideas y se les asistió en todo lo que requirieron”, comentó Óscar Peñuela, asesor para el programa de la Secretaría de Movilidad.

Por lo menos, con el nombre ‘La Bendición de Dios’ hay cuatro establecimientos más, a lo que don Hilario alega que él tenía claro desde el principio cómo se llamaría su local y que después todos “se copiaron”.

También se registraron nombres curiosos como ‘Ferretería Barba Azul’, ‘Verdulería Colón’ y ‘Refresquería Hippy Perro’, quedando esta última a unos seis metros de distancia de la de Hilario Gómez.

Henrique Serna, propietario de ‘Hippy Perro’, vendió frutas  por tres décadas en su carro de mula, pero como él lo reconoce,  “ese trabajo me tenía cansado y quería algo mejor para mí”.

Confiesa que extraña a su animal y que también le dolió entregarlo. “Una cosa por otra, ahorita tengo este negocio y espero avanzar y conseguir más”.

Sin importar que su refresquería quede tan cerca de la de Hilario, optó por vender gaseosas y otros productos al por mayor.

Ahora, Henrique e Hilario planean qué podrán solicitar con el próximo subsidio por un millón de pesos que recibirán a finales de febrero.

“Nosotros les vamos a dar, nuevamente en especie, artículos que ellos consideren faltantes para desarrollar en pleno su negocio”, señaló Carbonell.

Por su parte, don Hilario considera que necesitará más sillas para atender a su clientela, mientras que Henrique solicitó la instalación de una carpa y el aumento en la dotación de sillas.

“La asesoría se extenderá por dos años más. Quienes no se han acogido al plan pueden vincularse al proceso dirigiéndose al Centro de Oportunidades”.

Mientras tanto, Hilario visiona su próximo movimiento de microempresario orientado hacia el alquiler de sillas. “Vamos a ver cómo me va con eso”.

vanessa.saldarriaga@elheraldo.co

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