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En el barrio Lucero, una vieja edificación de tablas y tejas rotas logra impactar a quien visita por primera vez el sector, ya que el contraste que hay con las viviendas que la rodean es abismal. El engendro de casa está situado en la calle 55 con carrera 32 esquina, en una cuadra famosa por la venta de mecedores y otros artículos en madera. Luis Pérez, su único habitante, cuenta que la artesanal edificación fue construida hace unos 60 años por un tío.

“La casa era de mi abuela y vivía aquí con mis tíos y mi papá. Pero, al morir ella, cada hijo cogió por su lado y nadie le quiso meter un peso a la casa”, afirma el hombre, que se desempeña como pintor y que duerme en la única habitación que es de material. De ahí el evidente abandono de la vivienda que amenaza con colapsar.

Luis vive desde hace 40 años allí y, debido a sus escasos ingresos, tampoco ha podido mejorar la infraestructura. “Vivir aquí es inhumano, muy riesgoso porque el fuerte arroyo que pasa por la puerta se mete en cada aguacero. Por eso, puse sacos con piedras y escombros en la puerta, para protegerla del próximo invierno”, dice. Pérez agrega que, con el fin de recibir una ayuda para reconstruir la vivienda, ha acudido a entidades distritales como la Oficina de Atención y Prevención de Desastres y la Secretaría de Gestión Social, pero aún está esperando respuestas. Mientras tanto este hombre, de 56 años, vive de forma indigna y con la constante angustia de que cualquier día se desplome. “Le pido a la Oficina de Prevención y Atención que me visite y compruebe el peligro que representa esta casa”, apuntó. LHC