El Heraldo
De los 5 mil discos el heredero de Ralphy 100 muestra la producción de Sarabanda, una antigüedad salsera.
Barranquilla

La rítmica herencia del coleccionista Ralphy 100

Sus acetatos son piezas invaluables que pretenden los salseros.

En el estadero ‘La 100’ hay miles de piezas de oro negro, redondas y brillantes. Sus particulares pretendientes se mueven en el mercado de los melónamos, en el que las promesas de compra llegan hasta $300.000 por unidad.

Se trata de acetatos originales de trabajos musicales de Héctor Lavoe, Cachao, la Sonora Matancera y de otros miles de artistas más, interpretes de salsa, bolero y guaracha. Los discos que pertenecieron en vida a Rafael Figueroa, más conocido como Ralphy Cien, dueño del estadero ‘La 100’ y Rey Momo del Carnaval de 1996, ahora son pretendidos por los coleccionistas.

“Me piden varios discos. Hasta dos millones de pesos me han propuesto por una cantidad determinada”, dice Milton, el hijo de Ralphy heredero de los vinilos. Aunque en la actualidad es poco concurrido el estadero durante los fines de semana, cada viernes allí se inicia el bembé con salsa, al mejor estilo barranquillero.

Desde esa esquina, llamada originalmente ‘La número 100’, suenan con nitidez los éxitos musicales que en los 70, 80 y 90 pusieron a “azotar baldosa” a varias generaciones de costeños.

“Es que la música de acetato suena mejor que la digital. El sonido tiene mejor calidad y eso lo aprecia la gente”, explica el heredero.

La colección está acomodada en una oxidada estantería de hierro, de unos dos metros de altura, en un rincón del local. Allí permanece guardada dentro de forros de cartón que tienen los contornos doblados y remendados con cinta.

Además, el polvo y el paso del tiempo han desgastado el color de las carátulas.

En una de estas, las caras de los hermanos Lebrón, exitosos salseros afrodescendientes que hicieron su carrera en Nueva York, lucen más claras en el disco Salsa Lebrón, mientras que a Chamaco Rivera le faltan las tres primeras letras de su nombre en el álbum Por fin, porque la tinta se borró.

Pero la magia sigue intacta en el lugar. Los clientes que asisten al sitio suplen con su baile salsero la ausencia de los que ya no van.

En ‘La 100’ hay afiches de ‘Ralphy’ junto a cantantes como Celia Cruz. ‘Ralphy’ murió en 2010.

El sentarse a escuchar música allí es tener un tiquete para darle la vuelta al mundo sin moverse del sitio. “Hay guaracha, salsa en inglés y hasta en francés. Una variedad tremenda que mi papá traía desde Estados Unidos”, comenta Milton.

En nombre de ese cariño, el hijo de Ralphy dice que prefiere conservar su herencia a venderla, aunque “falte el dinero para pagar tanta deuda”.  Por eso se las ha ingeniado y ahora vende algunas canciones en USB.

“Ya este negocio ni es autosostenible. Lo sigo abriendo por lo que significó para mi papá, pero es difícil mantenerlo”, afirma.

Muy orgulloso. Del desaparecido Ralphy muchos recuerdan las noches en las que apostaba su honor en el estadero: aseguraba que si alguien pedía un tema musical que él no tuviera en su colección, el consumo del cliente iría “por cuenta de la casa”.

Aquellas historias, convertidas ahora en leyenda, registran que nunca nadie le ganó.  “Mi papá tenía unos 10 mil acetatos, pero vendió algunos y ahora solo tengo la mitad. Por eso era difícil que alguien le ganara”, destaca Milton mientras sostiene entre sus manos un disco de Sarabanda, una antigüedad de la que no se encuentran rastros ni en internet. Por este vinilo aún no ha tenido la primera oferta de compra.

Cuatro años después de la muerte de su padre, él es quien defiende el honor salsero de la familia. Afirma que comúnmente le piden canciones que él mismo cree que no tiene, “pero cuando las encuentro, siento un descanso”. Después de contarlo, suelta una carcajada y relaja sus hombros, como si el solo hecho de hablar de esas victorias alivianara su carga.

Más allá de un deseo coleccionista, el dueño de esa invaluable herencia cuenta que el hecho de que existan personas dispuestas a pagar más de $300.000 por un solo acetato, “es el reflejo del amor que sienten los barranquilleros por la música”.

Pero, insiste en que no venderá su colección, que pese a tener una parte de esta digitalizada no la subirá a internet y que por ahora no cerrará el estadero ubicado en el barrio Montes, junto a Rebolo.

Por eso, a los interesados en los acetatos prefiere proponerles que vayan al estadero y que pidan la canción que deseen. Considera que ese el mejor tributo a su padre.

El estadero  sigue acogiendo a  su clientela los fines de semana, aunque no en la cantidad de hace años.

“Es muy valiosa”

El salsero Óscar Pájaro resalta la importancia de la compilación musical del Ralphy 100. “La colección es muy valiosa porque conserva una gran cantidad de ‘long play’. En todo el mundo se está rescatando la música y esta tiene mucha importancia para los salseros de la ciudad”. Entre los autores que más destaca Pájaro de la colección se encuentran el Gran Combo de Puerto Rico y Rolando Laserie. “Es de la mejor que tiene. A Ralphy le gustaban mucho las canciones de ellos”, comentó con nostalgia.

“No tiene precio”

Humberto Andrade, más conocido en la ciudad como Tico Salsa, cree que la colección del Ralphy “no tiene precio”. “La gente se maravillaba con la música de Ralphy. Tiene temas exclusivos, es su mayor atractivo”, afirmó.
Por lo anterior, Tico Salsa considera que el valor de la colección es incalculable. Sostiene que el disco insignia de la recopilación es del Gran Combo de Puerto Rico, ‘El swing’. “Es importante que en Barranquilla exista una cantidad de discos como estos”, enfatizó.

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