"La escena se repite una y otra vez alrededor de las 8 de la noche en la calle 98, frente al Centro Comercial Buenavista

La escena se repite una y otra vez alrededor de las 8 de la noche en la calle 98 de Barranquilla, frente al Centro Comercial Buenavista: conductores de taxis, de carros particulares tipo sedán o de buseticas orillan sus vehículos para gritar: “Cordialidad” o “Simón Bolívar” o “Soledad”.

Son los nombres de los destinos hacia los cuales estos conductores ofrecen transporte a las numerosas personas que se agolpan a esa hora en los andenes.

Cada vehículo se marcha repleto o por lo menos consigue aquí buena parte de los pasajeros que justifiquen el esfuerzo y el gasto del combustible empleado para practicar una modalidad de transporte colectivo que, según las autoridades distritales de Movilidad, está poniendo en jaque no sólo a los conductores de taxis que trabajan dentro de la legalidad sino también al aún naciente sistema masivo de transporte llamado Transmetro.

No se escucha en medio de esta oferta de carreras, sin embargo, el nombre de un destino que hasta hace poco era uno de los más frecuentemente ofrecidos en esta ‘nevada’ improvisada: Puerto Colombia. Y la ausencia no es nada casual: los conductores de estos transportes colectivos improvisados saben que, de ser sorprendidos en el camino hacia este municipio por los agentes de tránsito, sus vehículos serán conducidos mediante grúas hasta los parqueados del Tránsito y ellos serán multados, lo cual representa un desembolso de alrededor de 500 mil pesos para volver a poner los carros en circulación, si se suma a la multa el costo del parqueo y del flete de la grúa.

Y este castigo no se aplica sólo a la modalidad del taxismo colectivo. También serán multados todos aquellos taxistas sorprendidos transportando pasajeros entre el Distrito de Barranquilla y el Municipio de Puerto Colombia que desde el pasado 24 de mayo no porten la planilla que les autorice a tomar esta ruta, planilla que tiene un valor de 7 mil pesos por cada traslado entre ambas jurisdicciones. El descontento es evidente. El corredor universitario, donde se hallan tres sedes de instituciones de educación superior, generaba unas 2 mil carreras diarias para los taxistas pero, como se hallan en territorio de Puerto Colombia, los 7 mil pesos adicionales que se le suman al importe desestimulan a los potenciales usuarios.

Acción de tutela. “Existe una clara discriminación contra los taxistas de Puerto Colombia”, asegura el apoderado legal del mencionado gremio, Giovanni Décola, quien ha impetrado una acción de tutela con el fin de lograr la anulación de esta medida.

Para apoyar su tesis, el abogado cita el inciso segundo del artículo 39 del Decreto 172 de 2001, que reglamenta el servicio de taxis en el país, y que reza: “cuando se trate de Áreas Metropolitanas, la tarjeta de operación facultará la movilización en todos los municipios que conformen dicho ente territorial sin sujeción a ninguna otra autorización”. Además, cita la nueva Ley de Áreas Metropolitanas, según la cual la responsabilidad de regular el Tránsito y Transporte en el mismo ente recae sobre el director del Área, “y no sobre el señor Walid David”, añade el abogado.

El ingeniero civil Walid David Jalil es el secretario distrital de Movilidad de Barranquilla, quien ya está conocimiento de esta acción de tutela y recuerda, ante la misma, que el 22 de diciembre de 2008 se firmó y comenzó a aplicar el acuerdo metropolitano 003.08, el cual ordena “ratificar las competencias y funciones de Tránsito y Transporte en cabeza de cada uno de los municipios que conforman el Área Metropolitana de Barranquilla contempladas en el decreto 172 de 2001, las cuales ejercerán como las han venido ejerciendo a través de su respectivo organismo de Tránsito Municipal de manera interna dentro de cada jurisdicción”.

La ‘mancha amarilla’: ¿será posible controlar su crecimiento?

Mediante este acuerdo se convirtió en norma legal lo que en realidad ya venía sucediendo en el Área Metropolitana, cuya relativa falta de presencia y autoridad permitía, de todos modos, que cada municipio tomara y aplicara sus propias decisiones en materia de Tránsito y Transporte. El secretario indica que este acuerdo metropolitano basta para dejar sin sustentación jurídica la acción impetrada por los taxistas porteños. Y se hace una pregunta: ¿Por qué se invoca ahora la autoridad y las competencias de un Área Metropolitana que sin embargo ha sido absolutamente ignorada cuando la administración de Puerto Colombia tomó la decisión de crear sus propios cupos o plazas para taxis?
Uno de los argumentos esgrimidos por el abogado de los taxistas y por los mismos conductores es lo insignificante que resulta para Barranquilla la adición de 91 taxis (número de cupos para este tipo de vehículos aprobado por Puerto Colombia en su propia jurisdicción), teniendo en cuenta que por la capital del Atlántico circulan 12 mil taxis a diario (según cifras nada confiables, ya que el ‘gemeleo’ o duplicación ilegal de la documentación de estos vehículos hace que el número se eleve en varios millares que circulan irregularmente, aunque no haya manera de saber por el momento y a ciencia cierta cuántos son en realidad).

Walid David recuerda que no son solamente los taxis inscritos en Puerto Colombia sobre los que se desea mantener control. Observa que, por derecho de igualdad, si se permite a los de Puerto circular sin restricciones por Barranquilla, también habrá que permitírselo a los de Galapa, Malambo y demás municipios del Área Metropolitana que deseen inscribir sus propios taxis, y es muy consciente de que, dada la baja demanda existente en estas localidades para el servicio de taxismo, la gran mayoría de ellos terminarán incrementando el número ya desbordado de taxis que circulan por Barranquilla, convirtiéndose en un auténtico flagelo para los taxistas de esta ciudad y en una amenaza para el futuro del Transmetro, debido a la competencia ilegal que generan.

Si la impetración de la tutela invocada por los taxistas porteños no prospera, el secretario tiene claro que habrá ganado tan sólo una batalla más, una muy pequeña, además, dentro de las que será necesario librar para impulsar el proyecto integral por medio del cual se pretende dotar a Barranquilla (y, a la postre, a toda el Área Metropolitana) de un sistema de transporte moderno, generoso, eficiente, más cercano por sus características al que existe en las principales capitales del mundo.

Taxímetros con GPS. Una de las medidas anunciadas por Walid David para controlar la duplicación ilegal de documentación de taxis es dictar una medida obligatoria mediante la cual todos deberán instalar un taxímetro con GPS, de manera que sus movimientos puedan ser seguidos en tiempo real, minuto a minuto, desde una central de control. También permitirá que las autoridades que hacen operativos callejeros identifiquen a los vehículos ilegales.

Visión de futuro. Walid David explica que para descongestionar la ciudad es necesario desestimular todo lo posible el uso de vehículos particulares, tal como se viene haciendo en las principales ciudades del planeta, y estimular el transporte masivo y el colectivo, pero entiende que para ello no basta con la acción policiva sino creando servicios bien organizados de verdad, realmente atractivos para el usuario, climáticamente sensibles para la temperatura de la región.

Un fallo del gobierno nacional, según David, fue ceder a los municipios el aval de los estudios que se hacen para determinar cuántos taxis resulta práctico aprobar para cada localidad. Es partidario de que sea el Área Metropolitana la autoridad encargada de regular todo lo relativo al Tránsito y Transporte, pero sólo si se hace un pacto para que todos los entes territoriales del Área hagan lo mismo al mismo tiempo.

Prevé la construcción de estaciones multimodales en donde convergirían los buses del Transmetro con los carros de particulares, en donde sea posible parquear estos últimos y el usuario pueda continuar el recorrido hacia sus puestos de trabajo en el sistema de transporte masivo. También tendrían servicio de alquiler de vehículos eléctricos ligeros y de bicicletas para que el último tramo de los trayectos se pueda hacer sin contribuir a la congestión de las vías.

Aspira, por último, que las autoridades puedan tener la capacidad, basada en Planes de Ordenamiento Territorial reales y actualizados, de influir en la manera cómo se planifican los nuevos barrios de la ciudad, de manera que cuenten con calles de un ancho adecuado para hacer frente al vertiginoso crecimiento que, al parecer, se le viene para encima a la urbe.

Por Carlos A. Sourdis Pinedo

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