El Heraldo
La ubicación de cámaras son parte del proyecto de conservación establecido con diferentes instituciones. Cortesía Fundación Herencia Ambiental
Medio ambiente

El jaguar, un grande en búsqueda de protección

Las poblaciones de este felino en el Caribe han disminuido drásticamente. Un repaso a la historia y las estrategias de conservación actuales.

Las sociedades prehispánicas lo temían y veneraban. Los indígenas se vieron atraídos por sus características únicas y en medio de su respeto garantizaron su conservación.  Es el mayor félido de América aunque la llegada de los españoles a este continente haya hecho cambiar su panorama y poner en peligro su futuro.

Estamos hablando del jaguar (Panthera onca). Un animal amado y odiado que desde hace siglos se enfrenta con su mayor enemigo: el hombre. Su lucha se remonta a la época en la que los españoles llegaron a nuestras tierras y le hicieron ver a los indígenas que el jaguar era el enemigo, que había que acabarlo porque era la reencarnación del diablo —por los colmillos y la cola—.

La relación que tenían los indígenas y esta especie la describían los cronistas del momento relacionadas a actividades satánicas de hechicería, magia y era castigado como herejía. Allí arrancó su pelea por sobrevivir, la cual aún está dando. 

“Estamos en la etapa más crítica de vulnerabilidad y si no hacemos algo desaparecerá del Caribe como ya lo ha hecho en varios países y regiones”, afirma Carlos Castaño-Uribe, director científico de la Fundación Herencia Ambiental Caribe después de una larga charla en la que explica la importancia de los felinos, en particular el jaguar y el puma (Puma concolor).

Detrás de esta figura robusta hay un animal que busca ser salvado. Y en el fondo de todo un pensamiento en el que han contribuido las percepciones culturales se encuentra una especie que logra el equilibrio ecológico, apoya en la regulación del ecosistema.

Es el animal más importante de toda la cadena ecológica y es el encargado de mantener el equilibrio del territorio, que las poblaciones de herbívoros no crezcan demasiado, mantener a raya a los grandes mamíferos… de ahí para abajo todo tiene un orden. “Eso ha dado pie, no solo desde el punto de vista científico, a la identificación de estrategias de conservación de los sistemas naturales. Los indígenas desde hace siglos vieron ese papel, y lo pregonan como el dueño de los animales, el que mantiene las poblaciones en su límite adecuado”, explica.

“Pero viene el desarreglo humano y se lleva todo por delante”, agrega.

Hay registros alarmantes en los últimos años de mortandad en el Caribe, señala, pero lo que ellos logran reportar es mínimo frente a lo que realmente está ocurriendo. “Y a nadie le interesa ni le importa. Todo el país se moviliza en torno a algún tema, pero ¿cuándo hemos visto una movilización en torno a un jaguar? No, es como una cosa normal. Es aceptado por la sociedad sin mayor reclamo y consideración”.

El jaguar mantiene sus poblaciones dentro de su territorio. Ellos no atacan siempre a la misma presa, solo a la que están más densamente distribuidas, esa es su función ecológica.

 

El trabajo de campo con acompañamiento de los expertos es fundamental.

ZONAS. No hay un número claro de cuántos individuos hay, pero sí se conocen las zonas en las que se encuentran actualmente. Poblaciones permanentes de jaguares en el Tapón del Darién, particularmente en el Parque Nacional Los Katíos, también en el PNN Paramillo —ahí se encuentran poblaciones de grandes carnívoros todavía, no en un muy buen estado de conservación—. “A través de la línea costera bajan al resto de Sudamérica, entonces Paramillo se convierte en un nodo de distribución y hoy este parque está siendo enormemente afectado. El otro hábitat permanente es la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá”, explica Castaño-Uribe.

Había otros puntos hace unos años, pero las poblaciones han venido disminuyendo progresivamente. Uno era la Serranía de San Lucas y el otro era la Mojana. También estaban los Montes de María, en el que se tuvo presencia hasta 2006.

Además, hay dos corredores que quedan y son importantes. “Uno queda por los Santanderes hacia el Catatumbo, lleva al intercambio Colombia – Venezuela, y la zona del Perijá norte, que es La Guajira, donde se tiene la proximidad más estrecha entre dos unidades geográficas con intercambio permanente entre la Sierra y el Perijá”.

Pero hay un problema: están imposibilitados para el intercambio de poblaciones. Y eso trae como consecuencia que los lugares que quedan con presencia de jaguares terminarán doblegados por otro factor: el equilibrio genético.

El jaguar, por ejemplo, indica Castaño-Uribe, es como el hombre, es una única especie. No puede cruzarse con ningún otro de la misma población por muchos años.

“Hoy las causas más graves del estado de vulnerabilidad son la pérdida de hábitat y la cacería por varios factores como deportiva, que existió en Colombia y el Canal del Dique fue ejemplo de eso, la retaliativa, es decir la que se deriva de la necesidad de matar al jaguar que atacó o puede atacar al ganado y en Colombia eso ha significado que haya precio por la cabeza del animal”.

 

Imagen de un jaguar captada por la Fundación.

ESTRATEGIAS. “Con toda esa carga emocional que tienen los animales, es complejo. Siempre han sido considerados los malos del paseo”, es lo que dice Castaño-Uribe al hablar de la situación actual del jaguar.

En Colombia tenemos seis especies de felinos, cinco de las cuales con absoluta certeza están en el Caribe. Su conservación en la región es parte del compromiso de la Fundación Herencia Ambiental Caribe. Su historia se remonta a que en 2006 el Ministerio de Medio Ambiente de la época saca un borrador de la Política de felinos de Colombia en donde había una ausencia de información muy importante sobre el tema del Caribe. Eso fue un elemento de preocupación para ellos y así empezó un proceso para visibilizar este tema.

La idea se cristalizó en una reunión interinstitucional  donde estuvieron todas las Corporaciones Autónomas Regionales, el Ministerio y la Unidad Administrativa del Sistema de Parques Nacionales y acordaron dar inicio a un programa, el Plan de conservación de felinos del Caribe.

La prioridades fueron la caracterización de las áreas, de hábitats permanentes y transitorios, educación y concientización, investigación científica, y un par de líneas adicionales en torno a la identificación de las acciones y estrategias para una gestión adecuada que le apuntara a la conservación de estas especies y por último, el tema relacionado con estrategias de comunicación.

CON HUMANOS. “Los jaguares jamás tienen interés en atacar a los humanos, son muy pocos esos ataques y siempre han sido porque se ven amenazados, porque los persiguen para matarlos”, es la explicación del experto sobre aquél temor existente en torno a los ataques.

La muerte de humanos a manos de un jaguar se puede contar con los dedos de las manos. “Nadie es más respetuoso de la presencia humana que los jaguares, nos tienen pavor. Nada que les cueste más esfuerzo y trabajo a este animal que enfrentarse a un hombre”, dice.

Lo mismo pasa con la muerte de ganado, que es otro de los supuestos para argumentar su muerte, cuando se hacen cuentas en todos los estudios que se han hecho en el país de cuánto representa la muerte de semovientes, en términos estadísticos son absolutamente insignificantes.

“Se les han llevado por delante su casa, que es el bosque, ha sido deforestado y transformado. Estos animales terminan sin un sitio donde estar. No les estamos respetando su hábitat y su alimentación, ¿qué pretenden que hagan estos animales?”, es la pregunta planteada por Castaño-Uribe.

CONSERVACIÓN. Trabajando en los últimos años activamente con varias corporaciones entre las cuales están Corpocesar, Corpoguajira, la CVS Córdoba y Carsucre, la Fundación Herencia Ambiental ha apoyado la estructuración de planes, actividades y proyectos, con la participación de un grupo de técnicos y científicos muy importante del Sistema de Parques Nacionales y algunas organizaciones no gubernamentales (como Conservación Internacional, Fundación Panthera, Procat y Fundación Omacha), tratando de avanzar en este proceso.

Una herramienta fundamental son las cámaras de fototrampeo y las revisiones en campo. Pero también cuentan con una plataforma web en la que los campesinos registran cuando hay un conflicto, ataque o avistamiento de felinos.

Un sistema que se acaba de empezar a impulsar en el Caribe, que se está haciendo con la CVS, montando collares de seguimiento satelitales. “En este caso en un puma que fue liberado hace quince días en el Parque Nacional Paramillo y se está revisando con la Fundación Omacha. Nos da unos registros muy importantes para poder evaluar cuál es el funcionamiento de un animal apenas se libera”.

Otro de los mecanismos utilizado por muchos años, particularmente en la Sierra Nevada trabajando con los kogui y arhuacos, es instruirlos en el manejo de las cámaras trampa. Ellos hacen el manejo y seguimiento y envían la información con cierta regularidad.

En temas de fondo adelantan con algunas instituciones del sector empresarial, como es el caso de Cerrejón, seguimiento de cómo está funcionando la presencia de animales en determinados sectores.

Así es como el jaguar, un felino grande y robusto, se convierte en una especie débil frente al hombre y su capacidad de destrucción, esa que se busca revertir a través de proyectos que instan a su protección y por ende a la de cientos de animales más. Felinos que dependen del grado de compromiso nuestro con nuestra Tierra, con nuestro entorno y con nuestra vida.

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