La innovación parece ser la palabra de moda. Numerosas entidades, tanto públicas como privadas, se han preocupado por generar las condiciones necesarias para crear un sistema productivo basado en la innovación. Sin embargo, la mayoría de las herramientas que han empleado consisten en talleres de “concientización” de la importancia de la innovación, y no en la generación de capacidades para emprenderla.

La actividad innovadora no debe ser el fruto de un esfuerzo público y mediático, donde se premie la explosión aleatoria de ideas realizables. La innovación debe ser el resultado de un sistema de gestión y planeación estratégica que compile todo el proceso productivo, desde la generación de nuevas ideas hasta la selección e implementación de las mismas.

Uno de los puntos de partida de la gestión de la innovación es la identificación de los anticuerpos que tienen las empresas hacia la implementación y desarrollo de nuevas actividades. Es normal encontrar empresas que basen la medición de sus actividades de innovación únicamente en indicadores financieros, premiando la rentabilidad de corto plazo sobre el incremento en la productividad derivado del desarrollo de nuevas prácticas. Otro de los síndromes que inhiben la innovación empresarial es la financiación programática de nuevas ideas, desestimulando la generación de las mismas. Finalmente, la no documentación de las ideas o la falta de estímulo desconocen que la innovación ocurre en cualquier lugar de la empresa y en cualquier momento del tiempo.

Desde el Centro de Estudios Sobre Innovación (CESI) del IEEC de Uninorte, se ha diseñado un sistema de gestión de la innovación empresarial (GIE) basado en el estimulo de la creatividad y sustentado en tres dimensiones de la innovación: la innovación abierta, la innovación en reversa y la teoría del océano azul. Estas herramientas les permiten a los empresarios identificar las barreras y objetivos de la actividad innovadora y planificar una estrategia de producción que tenga como pilar principal la innovación. El GIE combina metodologías de gestión estratégica como el Balanced Scorecard y el indicador de madurez de la innovación con la generación y potencialización de las capacidades creativas al interior de los distintos departamentos de cada empresa.

Uno de los temas claves en la gestión de la creatividad es la capacidad de observar lo que otros no ven. Esto se puede traducir en el incremento de la capacidad productiva utilizando los mismos insumos, o en la reducción de los costos de producción sin castigarla. La gestión de la creatividad también implica interconectar distintos aspectos productivos para obtener mejores resultados, por ejemplo, la conversión de los residuos en valor agregado, la cooperación con otros agentes económicos para la reducción de costos y generación de economías de escala, y la identificación de procesos productivos ajenos a la industria tradicional que se pueden implementar en los métodos tradicionales de producción.

La innovación está en el día a día de las empresas, simplemente hay que buscar las herramientas necesarias para gestionarla y potencializarla.

Por José Luis Polo
Director del Centro de Estudios Sobre Innovación, CESI, del IEEC de Uninorte.
Opinión
 

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