El Heraldo
El sombrero vueltiao, Símbolo Nacional de Colombia, recibe a los visitantes en la entrada al municipio de Sampués. José Cruz Lora
Sucre

Las dos vueltas que se tejen ahora en Sampués

La imagen de pueblo tranquilo se ha desdibujado debido a los 17 homicidios que se han registrado en 2014, siete más que el año anterior.

El fragor de los voladores que lanza Tomás Basilio, un nativo delgado y de rasgos indígenas, con 30 años en el oficio, se confunde a ratos con la melodía de la banda 6 de Enero de Las Llanadas que interpreta El campeón, un porro tapa’o que atrae a decenas de pobladores al parque frente a la Alcaldía de Sampués, Sucre.

Basilio ha sido contratado por la organización de las fiestas en corralejas de la localidad, al igual que la banda, conformada por 14 músicos, para promocionar esta tradicional celebración que comienza a finales de diciembre y acaba a principios de enero del año próximo.

Dairo Fernández, director de la 6 de Enero, dice que extraña la multitud que los ha acompañado años anteriores, pero aún así sigue tocando.

Pese a todo, a la ola de violencia que lo azota, Sampués no deja de celebrar, y al parque llega otra banda a ofrecer una nueva retreta.

En este municipio de la subregión Sabanas de Sucre, compuesto por 22 cabildos indígenas en los que hay 19 mil 982 habitantes, se han registrado 17 homicidios en lo que va de 2014, siete más que en 2013, lo que ha desdibujado su imagen de pueblo tranquilo, donde también se quejan de los recurrentes atracos.

El crimen más reciente ocurrió la primera semana de octubre en un parqueadero del barrio Fátima, donde desconocidos asesinaron a tiros al tendero Jaime José Rojas Caré, de 35 años, natural de Tierralta (Córdoba).

De vocación agropecuaria y artesanal, cuna del sombrero vueltiao que es el Símbolo Nacional de Colombia, en Sampués la violencia afecta por igual a la zona rural y urbana. En esta última el ambiente de temor se siente hasta en el Concejo Municipal donde a la llegada de un periodista de este medio uno de los 13 cabildantes negó que perteneciera a la corporación, y luego se retractó, asegurando que su actitud obedece a que “esto está muy malo”.

Carmen Villadiego, tejedora de la caña flecha.

Los nuevos vecinos

En el parque San Agatón –llamado así en honor al patrono de la población– Eliécer Morales, fotógrafo de eventos sociales, cuenta que la seguridad se ha desmejorado desde hace dos años. “Nos toca recogernos temprano. Es una cosa que no se sabe de dónde viene. No se puede salir en la noche por tantos homicidios y atracos”, relata Morales.

A pocos metros de él, sentada en una silla plástica bajo la sombra de un árbol, Nelcy Rodríguez aprovecha la luz del día para vender minutos a celular y conseguir dinero para mantener a sus padres. Prefiere el día porque considera que en la noche cunde el peligro. Para ella, la llegada masiva de “gente extraña” puede ser uno de los motivos del deterioro de la seguridad.

En Sampués tejen la caña flecha y trabajan la madera.

Golpe a la economía

En otro extremo del municipio, en el barrio Las Peronillas, el director de la Casa Artesanal Diversificación de la Caña Flecha, César Martínez Portacio, advierte de otra grave consecuencia de la inseguridad.

“La gente teme llegar hasta acá, no hay confianza ni libertad. Eso nos afectado porque las ventas han mermado y debemos crear estrategias de cómo sacar nuestros productos de la sede y llevarlos a ferias”, explica el artesano.

Sugiere que las autoridades incrementen la vigilancia para combatir la delincuencia, y coincide con Nelcy en que “hay mucha gente sospechosa a quien nadie interroga ni le dice nada, se están durmiendo en los laureles, y ellos (los delincuentes) se aprovechan”.

La Casa Artesanal en la que trabaja César elabora bolsos, sombreros, calzado y otros productos, cuya materia prima la obtiene de artesanos del casco urbano y de los corregimientos de Achiote y ‘Los Escobares’, como se refiere a Escobar Arriba y Escobar Abajo, donde la situación no es mejor.
“La misma inseguridad, a veces hasta peor porque allá hay más peligro debido a que están distantes de la vigilancia”, añade.

La artesana Carmen Villadiego también asegura que en el pueblo es difícil vender las artesanías que elabora en su casa adonde, en tiempos buenos llegaban, en una semana, dos y tres compradores “de afuera” de trenzas (tejido de caña flecha). Un metro de estas está entre los mil y mil 500 pesos, según el tejido.

“Ahora no vienen. El señor César nos compra el producto y por eso seguimos trenzando, si no ya hubiéramos dejado de hacerlo”, señala.

La banda 6 de Enero, en el lanzamiento de las fiestas.

La hipótesis de Ferney Hernández, cacique de Sampués, es similar a la de César y Nelcy.

“En la zona indígena hay cada vez más personas  involucradas en el narcotráfico y la delincuencia común. Los más afectados han sido los sectores de Panseñor, El Crucero, Calle Larga, Achiote y Bellavista”, manifiesta el líder indígena. A eso le suma que Sampués está cerca de Córdoba, lo que lo convierte en un corredor del narcotráfico que ha desencadenado la violencia actual.

Jorge Cujar, ebanista que trabaja en un taller de muebles a un lado de la Troncal de Occidente, piensa que la delincuencia siempre ha existido, y que lo que pasa en su municipio es producto de la “evolución”.

“Hay gente que llega de otros pueblos y ciudades, desplazados entre los que se cuela la delincuencia”, considera el ebanista.

La droga, culpable

El alcalde de Sampués, Alejandro Sierra Marzán, considera que la violencia no es exclusiva de su municipio, sino un mal que sufre todo el departamento, producto de que desmovilizados de grupos al margen de la ley volvieron a delinquir por falta de oportunidades sociales.

“La posición de Sampués es muy estratégica: limita con Córdoba y tenemos una ubicación especial sobre la Troncal de Occidente que era explotada para el fortalecimiento artesanal, pero infortunadamente vienen personas que ven en el municipio una capacidad económica importante para desarrollar actividades delictivas”, indica el mandatario.

Sierra Marzán atribuye la mayoría de los asesinatos selectivos a rencillas o disputa de territorios entre bandas de microtráfico de drogas y narcomenudeo.

Entre las estrategias que prepara para contrarrestar el crimen están inversiones en seguridad y cultura.

“La cultura es sagrada, lo que pasa es que es intangible, pero estamos trabajando en la recuperación de las costumbres ancestrales como lo es la etnia Zenú. Hay siete ‘malocas (proyectos de ciencia y tecnología)’ en los pueblos indígenas. También vamos a construir el Museo Indígena Zenú para el fortalecimiento de esta cultura”, anuncia el burgomaestre.

Elías Paternina, primer vicepresidente del Concejo Municipal, y cuyo discurso evidencia su apoyo a la gestión del alcalde, señala que la administración planea reforzar la seguridad con una importante parte de los cerca de 36 mil millones de pesos del presupuesto para 2015 que está a punto de ser aprobado.

El comandante de la Policía en Sucre, coronel Carlos Wilches Goyeneche, no duda en culpar a una red criminal del denominado ‘Clan Úsuga’ de la violencia que sufre Sampués.

“Trabajamos en la detección de las redes criminales presentes en la localidad para ver qué tanta incidencia tiene el ‘Clan Úsuga’ con la mayoría de homicidios, sabemos que el principal objetivo de este grupo microtraficar con estupefacientes”, manifesta Wilches Goyeneche.

El oficial explica que por su ubicación geográfica y por tener cercanía con el departamento de Córdoba, Sampués ha sido utilizado como un corredor vial del narcotráfico, pues a través de esta ruta envían droga hacia el Golfo de Morrosquillo.

Mientras los esfuerzos de las autoridades surten efecto, en Sampués los artesanos tejen la caña flecha, y los delincuentes tantas historias de tristeza como pintas tiene un sombrero vueltiao.

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