San Benito, el santo que a punta de ron y música ‘acaba’ con la sequía

Yo le canto a San Benito, en este bonito día, que nos mande pronto el agua y que acabe la sequía”. Ese sentido verso, cantado por Jaiver Herazo, retumbaba como campana de iglesia en toda la comunidad. Al tiempo, Rebeca Retamoza meneaba la imagen religiosa que no supera los 30 centímetros de altura.

En el parque principal del corregimiento de Granada, en Sincé, había cerca de 50 espectadores. Parecía una fiesta, pero no había cumplimentado: solo aquella imagen, la de San Benito, que era venerado al son de vallenatos y velas con lo que la gente buscaba un milagro.

Desde Venezuela

El docente Isaac Herazo explica que cada año cuando hay sequía, la imagen del santo, que fue traída de Venezuela hace cerca de ocho años, es llevada a “puntos estratégicos” de diferentes pueblos para  ponerle música, bailarle y rociarle ron para que les “conceda la lluvia a las comunidades”.

“Cada vez que le echan el trago, que debe ser ñeque, los que están pidiéndole el favor también toman. Las mujeres bailan con San Benito y algunas se lo meten debajo de falda o en los senos”, relata el educador.

El rito, el primero de este año, se propagó después de que habitantes de Granada –que eran amigos de hacendados en Venezuela– supieron que lo practican en el vecino país cuando no llueve, por lo que compraron una imagen. Según los más crédulos, “ha dado resultados”.

La imagen le pertenece a la familia Meza Meneses, que la trajo de Venezuela y solo la presta a los granadinos en pleno verano.

“Hay que zarandearlo”

Elva Meza, una de las propietarias, asegura que cuando no llueve hay que sacar a San Benito de Palermo. Pero explica que “hay golpearlo con una toalla para que nos escuche, nos ayude y nos cumpla, y ante todo, echarle el ron”.

Cuenta que desde que su hermano Ascanio lo trajo de la tierra de Bolívar, lo han puesto a disposición de los habitantes, sin cobrarles dinero y con la certeza de que lo devolverán cuando llueva, dos o tres días después de que lo sometan al ritual.

Los agricultores y ganaderos Emiro Jiménez y Jaime Guazo han sufrido en carne propia la inclemencia del verano. Dicen que desde hace más de cinco meses el ganado está flaco y los jagüeyes se están secando, lo que representa una calamidad porque la mayoría de los 6.000 habitantes de Granada viven del campo.

“El año pasado se me murieron más de 30 reses adultas, quedé casi en la quiebra, pero San Benito es el milagroso de esta tierra y apenas que lo sacan, llueve. Se le compra un garrafón de ñeque y está listo para cumplir”, afirma Guazo.

Altagracia Meza, creyente desde que llegó la tradición a Granada, baila y goza con San Benito, exclama: “Ayyyy,  yo bailo con San Benito para que nos mande un aguacero; yo no sé si le gusta bailar, pero en caso de que no hago que le guste. Le ponemos porro, gaita, vallenato, champeta. Lo que queremos es que llueva. Yo me lo meto en los senos para que sienta el calor y mande el aguacero”, cuenta, sin dejar de bailar.

Martín Herazo Pineda, otro de los creyentes, señala que si a la imagen no le echan trago, el rito no funciona, porque “es un santo borrachón”. Sin embargo, esta creencia nada tiene que ver con lo que San Benito fue, pues se afirma que  nunca tomó licor.

Durante el ritual, Jorge Mario Campo era el encargado de bañar en ñeque la imagen y brindarles copas del licor artesanal a los que la acompañaban y pedían que cesara la sequía. “Cuando hacemos el rito ofrendan dinero para comprarle el trago, por eso nunca falta, eso le agrada a San Benito. No ha llovido, pero mire el cielo: apenas que empezamos a hacer el rito se puso gris. Pronto revienta el aguacero”, explica.

El sacerdote Abraham Naissir, párroco del corregimiento, confiesa que desconoce esta rogativa, pero dice que lo que sí es cierto es que en esa población los fieles piden con insistencia que eleve una oración para que llueva.

El santo que veneran en Granada no es el patrono. Ese título lo ostenta la Virgen del Carmen, pero, como dicen los habitantes, a ella le dejan “otras necesidades”.