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Fernando Tovar, el 22 de octubre de 2014, en la Leonard Tourné Gallery, en Nueva York. Coretsía
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“Una obra de arte debe mantenerse aislada de lo pasajero y frívolo”: Fernando Tovar de Andréis

El artista costeño produce desde hace más de 35 años su obra pictórica en EEUU. Esta semana presentó una exposición individual en Nueva York.

Escasas noticias se han tenido en los últimos años sobre el trasegar pictórico de Fernando Tovar.

Veinte años atrás, en Barranquilla, su ciudad natal,  llenó galerías no solo con sus cuadros plenos de claroscuro, de abordajes abstractos, expresionistas o hiperrealistas.  Una musa seguía su pincelada, la búsqueda de la perfección en su trazo era centro de admiración.

Las simetrías en los bodegones delataban su título de arquitecto y sus artísticas, y estéticas composiciones con desnudos y figura humana, su grado en la Escuela del Museo de Bellas Artes en Boston, Estados Unidos.

EL HERALDO contactó a Tovar De Andreis, a propósito de una exposición individual en la Leonard Tourné Gallery, que fue inaugurada en Nueva York, donde vive el artista desde hace más de 20 años.

P.  Hablar de Fernando Tovar es recordar temporadas en Barranquilla de exposiciones colmadas de público interesado no solo en la obra sino también en conocer el artista. Al decantar los años, ¿qué percepción tiene de aquellas épocas?
R.  Fue un momento especial en la historia cultural  de Barranquilla. Esta ha sido una ciudad que aglutinó en un momento dado un movimiento cultural que culminó con nuestro Nobel de Literatura y artistas de la estatura de Obregón, Cepeda Samudio y otros.

En los años 80, Barranquilla, para bien o mal, se convirtió en el foco de la costa norte de Colombia, originando una inmigración de familias en búsqueda de mejores estándares de vida. Además de lo anterior, hubo bonanza económica.

Creo que todos estos factores influyeron en un ‘renacimiento’ cultural, especialmente en la pintura. Había demanda y aparecieron galerías y artistas.

P. ¿Le ha brindado Estados Unidos, o Nueva York, la oportunidad de desempeñarse como arquitecto o únicamente se dedica a pintar?
R. Yo estoy dedicado exclusivamente desde hace 35 años a pintar, con alguno que otro proyecto arquitectónico que he desarrollado para Barranquilla.

P. ¿Qué galerías lo representan?, ¿cómo son sus relaciones con ese medio?
R. Actualmente estoy trabajando con la Andrew J. Weiss Gallery, en Santa Mónica, California, al cual conozco desde hace casi 20 años, cuando trabajamos en alguna exhibición en Miami. También trabajo con la Leonard Tourne Gallery, en el área de Nueva York.

P. ¿Quiénes han actuado como curadores en su carrera?
R. En el caso de las artes plásticas, el papel de los curadores es el de manejar en todos los sentidos las obras. En ese sentido he tenido que interactuar con ellos.

A veces son los mismos galeristas que hacen ese papel o personas específicas cuando se trata de organizaciones más grandes o museos como la exposición en la que participé en Tokio o la realizada en el Ganadero Financial Center, en Miami. Pero sí vale la pena mencionar a Gloria Peña, la cual estaba a cargo de la Galería El Callejón, en Bogotá. Fue ella la que me hizo pensar en la pintura más allá de la arquitectura, y le debo que hoy en día sea un artista.

P.  Inmerso en la Gran Manzana, ¿ha tenido tentación de volcar su talento hacia otras expresiones de la plástica, por ejemplo, escultura, ‘performance’ o usted prefiere mantenerse fiel a su estilo?
R. El tener la oportunidad de vivir en Nueva York como en cualquier ciudad grande lógicamente tiene grandes ventajas. Tienes a la mano toda la ayuda para desarrollarte como artista. Desde galerías que presentan lo que está ocurriendo a diario en el mundo como museos a los cuales uno puede acceder a diario a apreciar y aprender de las obras de los grandes maestros. Eso es muy importante. Hay, eso sí, que tener un filtro pues hay un exceso de información y no todo lo que existe vale la pena.

Vivimos en un mundo donde el consumismo es la regla y aparecen a cada instante artistas cuyo objeto es suplir esa demanda produciendo obras rápidas, ojalá diferentes a lo que existe y por lo tanto con muy poco sustento. Muchos artistas tratan, como único objetivo, encontrar un nicho de mercado en el cual puedan ser exitosos. Solo el tiempo, en un momento, hará una limpieza y quedará lo que vale la pena.

‘Levitación’, óleo sobre lienzo, 122 x 142 cm.

P.  Además de su obra, ¿quiénes cree que pasarían ese “juicio final”?

R. Te agradezco que me hayas incluido en los que pasarán el “juicio final”. En ese aspecto son más mis expectativas que la realidad y solo el tiempo lo dirá. Por lo pronto, el único nombre que te puedo dar es Botero.

P. Figura humana, abstracción, bodegones... en la pintura usted deja al descubierto su perfección, su gusto frente a la arquitectura, ¿qué más le gustaría llevar al lienzo?
R.  En ese sentido la única manera de producir algo serio es desarrollar lo que uno ha realizado. Cuando la única meta de un artista es la de ser exitoso y tener una recompensa inmediata, el final es muy pobre. Eso no lo puedo predecir, la próxima pintura comenzará donde  terminó la anterior. De cuando en vez, uno descansa un rato pintando lo que en música llaman un divertimento.

P.  ¿Cómo y cuáles son sus metas artísticas?
R.  Una obra arquitectónica dura años si no siglos, y como tal debe ser concebida para mantener su vigencia y el respeto al entorno. De la misma forma una pintura debe mantenerse aislada de todo lo pasajero y frívolo. Una obra de arte debe ser el producto de un desarrollo continuo. Uno debe ir hacia un objetivo como remero, dándole la espalda.

Que en un momento hay que regresar unos pasos atrás o hay que corregir el rumbo porque la corriente desvía el curso, definitivamente sí. Todo es parte de ese proceso que, aunque no sé adónde lleve, estoy seguro que de esa manera se podrá construir algo más sólido que ir persiguiendo de un lado al otro los islotes que uno ve en el horizonte.

P. Más allá de la estética, ¿de qué manera enfrenta Fernando Tovar la realidad o complejidad del mundo en su obra?
R. Toda mi vida ha consistido en mantener sincronizado lo que uno es y la manera como actúa. Eso en todos los campos. Pero es tremendamente difícil pues el ser humano está lleno de ambigüedades y contradicciones. Toda esa angustia resultante es la génesis de la obra de arte. Una especie de exorcismo, ¿quizás? Pintar un cuadro es extenuante pero al final queda una gran satisfacción.

P.  Una obra reveladora de color caribe, o en tonalidades que no suelen observarse en sus cuadros, se aprecia ahora en la tarjeta de invitación que está compartiendo. Debe haber muchos motivos.
R. No lo tome tan seriamente, eso es parte del divertimento.

P ¿Sería lo mismo Fernando Tovar a nivel artístico si hubiese permanecido en Barranquilla?
R  No lo creo, pero no quiero decir que soy mejor o peor por no quedarme en Barranquilla. Solo diferente.

P Y la pregunta obvia, pero necesaria, ¿extraña a Barranquilla?, ¿cuándo vuelve a exponer aquí?
R. Cómo no extrañar a Barranquilla. Viví allá quizás en una de sus mejores épocas. Tuve una infancia muy feliz gracias a una familia tan maravillosa como la nuestra. Hoy en día, me hacen falta los amigos que como dice mi hermano hay que morir y volver a nacer para tenerlos otra vez.

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