Compartir:

Somos un país de carteles. Qué desgracia. Esta palabra que tiene varios significados y sinónimos, está de moda en Colombia. Ayer fueron los ‘carteles’ del arroz, de los pañales, de las libretas, de las drogas; hoy está en la cumbre con el llamado ‘cartel de las togas’. Esta palabra que en el pasado lejano fue el nombre de una revista cubana llamada Carteles, hermana de las Bohemia y Vanidades. Recordarán también los viejos barranquilleros que en esta ciudad había un personaje que pegaba carteles funerarios, de cines y propaganda en general. Y era un espectáculo ver cómo los fijaba en las paredes. Con sus elementos de trabajo como la brocha y el recipiente donde llevaba el engrudo para fijar el papel, atraía al público durante su labor. Acordémonos de los carteles multicolores en los teatros, las carteleras de los alumnos en sus tareas. Pues sí, hoy cartel es sinónimo de empresas y organizaciones criminales, y la ‘tapa’ de esta desgracia colombiana es la prostitución de una parte de la Justicia y sus Cortes, con el tema conocido de la red criminal de los señalados magistrados. Con voluminosos expedientes y acusados por la Fiscalía de promover y dirigir esta red. Ojalá y sembremos para nuestros hijos y nietos un mejor país. Como dice un amigo mío, esa gente está más “asustada que un corral de pato”, y que la justicia que no se vaya a “enredar como en un testamento chino”. Calabozos para los criminales y esperanza de cambio para nuestro país.

Pablo Romo Romo
romoromop@hotmail.com