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El chisme, como la mala noticia, no tarda en llegar al oído de las personas comprometidas en un determinado mensaje o, muchas veces, en un triste recado, el mismo que antes viajaba de boca en boca, de cuento en cuento o el que folclóricamente se expandía de pueblo en pueblo a través de los cantos de los juglares o por desafortunados avisos de asidua sintonía radial. Hoy en día nos llega de manera más directa e instantánea con el avance tecnológico de la comunicación y la amplia utilización de las redes sociales, donde los dispositivos móviles han ido ganando espacio público que había comenzado en las plazas y calles y luego se trasladó a los diarios, a la radio y a la televisión.

El chisme es tan antiguo como el mundo y, hasta el filósofo griego Epícteto, se ocupó de él dando un sabio consejo: "Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal de ti, no te empeñes en negar lo que ha dicho; responde solamente que no sabe tus otros vicios, y que, de conocerlos, hubiera hablado mucho más.

También Sócrates recomendaba, someter el chisme a la prueba de los tres filtros, que no era más que preguntarle antes al chismoso sobre si la información era veraz, si era buena y si definitivamente era de alguna utilidad transmitirla y, de esta forma, se frenaba a tiempo y se desechaba la mala intención de difundir un comentario cuyo objetivo no era otro que el de zaherir moralmente al destinatario escogido.

Porque el chisme, al igual que el poder de la mentira y de la disfrazada calumnia, se decora para hacerlo ver un dato creíble, de tal forma que es difícil descubrir su rumor malicioso y por eso es mejor prestar atención a lo que no se dice porque lo cierto es que el chisme invade todos los espacios, es un virus que contamina, corroe y destruye relaciones interpersonales. No tiene fronteras, atraviesa toda la sociedad y no respeta sexo, edad, raza, credo, ni clase social.

Pero es muy triste reconocer que la tendencia de la perversidad humana prefiera contagiarse de este virus que vacunarse, convertirse en personas tóxicas y nada confiables antes que curarse en salud y romper el ciclo endémico de la red de contagios que va dejando daños y generando resentimientos en lugar de ubicarse en la línea de la comprensión y la solidaridad para brindar siquiera al afectado el beneficio de la duda razonable y protegerlo de un mal escrutinio público.

Roque Filomena