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Mientras no le bajemos al odio, no pretendamos paz por más esfuerzos que se hagan.

La polarización en nuestro querido país no es de ideología, no es de pensamiento ni de planteamientos políticos, económicos ni filosóficos, es triste y lamentablemente de odio.

Mientras se siga concentrando el grueso de la política colombiana en cabeza de los señores Uribe Vélez y Petro Urrego, no haremos otra cosa diferente que presenciar y participar por mucho tiempo del más fastuoso y generoso banquete de odio; banquete al que no solo estamos invitados y participando todos de una forma u otra, así sea de mirones, víctimas o bobos útiles, sino que muy probablemente participará por lo menos una generación más.

Es urgente desuribizar y despetrizar la dirigencia política colombiana, es más que urgente desintoxicarse de tanto odio recibido, es más que urgente por la salud de los colombianos se hagan a un lado estos dos señores y permitan a otros, que obviamente no estén tan envenenados como ellos, continuar con las riendas políticas de sus correspondientes partidos. Algo de esto afortunadamente está ocurriendo con el presidente Duque. Cuando alguien con la inteligencia, la preparación, la experiencia, la capacidad de trabajo y liderazgo de estas dos personas, pero con esta cantidad de odio impregnado, dominando las multitudes que conocemos, puede ser peligroso para cualquier sociedad. Estos odios adquiridos por estos dos personajes, por diferentes y opuestas razones en su debido momento, pueden ser hasta entendibles, pero de ninguna manera debemos aceptar se le trasladen al pueblo colombiano. Acordémonos de Hitler, Mussolini, Milosevic, Pinochet. Menos Odio, más entendimiento.

Héctor Asaf Quintero