Con su cabellera gris y sus ojos expresivos relata con la armonía de su voz cómo la distorsión de la palabra fue la causa de esa gran herida, la herida que llevan los venezolanos por el mundo y que hoy la poeta Sandy Juhasz me relata utilizando figuras de la mitología griega y de la historia para explicar la situación de su país, Venezuela. La conocí en Cúcuta, esa ciudad de la que pocos colombianos hablamos, esa que aparece en las noticias ante la inclemente crisis fronteriza, pero cuya terrible situación humanitaria sigue pasando desapercibida en el país.

Las palabras de la poeta se cruzaron en mi cabeza con los testimonios de aquellos cucuteños que me contaron cómo el desplazamiento de venezolanos a su ciudad los deja sin empleo, y sin tranquilidad ante la creciente inseguridad en sus calles, hecho que amenaza contra sus vidas. Mujeres venezolanas abundan en la capital de Norte Santander, algunas ofreciendo sus servicios sexuales y otras incluso vendiendo su cabellera a cambios de unos pesos colombianos.
El acceso a la salud es un punto crítico, debido a que sus clínicas y hospitales no estaban preparados para atender la demanda presentada en los últimos meses, por lo que la espera para acceder a los servicios médicos se ha tornado eterna para quienes viven la ciudad o acuden a ella, porque en su país de origen no hay medicamentos ni atención.

José Pita, un joven que creció en Cúcuta y tiene doble nacionalidad con Venezuela, cuenta cómo su ciudad está viviendo su propio proceso de paz, una reconciliación que permita la sana convivencia entre venezolanos y colombianos que durante años tuvieron una rivalidad patente, generada por la migración de colombianos atraídos por la prosperidad que abundaba en el vecino país. Ante esta situación donde la crisis humanitaria que se ha hecho extensiva a nuestro país, hablar de Venezuela no debe quedarse en palabras de aliento y solidaridad verbal para quienes llegan o regresan a Colombia, sino también entender que ante el actual panorama la ayuda debe ser tanto para quienes dejan su patria como para aquellos colombianos que por encontrarse en zona fronteriza enfrentan un panorama de violencia y pobreza apremiante.

En la sección especial de frontera que tiene el diario La Opinión de Cúcuta se informa que el Concejo de la ciudad ha solicitado al Gobierno nacional el cierre temporal de la frontera hasta que se estabilice la crisis que enfrentan los municipios fronterizos. Este tipo de medidas no deben ser la respuesta, dado que lejos de aliviar el problema lo acentúan, generando mayores rencores entre quienes tienen que vivir como hermanos. La solución es entender que Cúcuta y demás municipios fronterizos son el reflejo de Colombia, y que por tanto, lo que sucede allá debe ser objeto de preocupación y apoyo de todos los ciudadanos.

@tatidangond