En pleno período de Carnaval no es menor el reto que enfrentan las autoridades de Barranquilla, y también las del departamento del Atlántico y las del Gobierno nacional. Esta semana, hasta que lleguen los cuatro días de la celebración (del sábado 10 al martes 13 de febrero), la ciudadanía y muchos visitantes esperan vivir estas fiestas que han merecido el título de Patrimonio de la Humanidad. Como siempre, es necesario reconocer que estos días son mucho más que rumba y diversión. Se ha generado toda una industria, no solo de turismo, sino de manufacturas de disfraces y de recordatorios que se han convertido en los símbolos tradicionales del mismo. Muchas familias trabajan todo el año para responder a la demanda de toda clase de artículos que se concentra en el período de precarnaval.

El tema de la seguridad surge con mucha fuerza, porque, aunque muchos eventos se realizan en clubes, la verdad es que el Carnaval de Barranquilla tiene una alta dosis de fiesta popular que se desarrolla en las calles de la ciudad, importantes avenidas, pero también en calles de barrios populares. La inseguridad ciudadana no es un tema nuevo en Barranquilla, y hemos visto a las autoridades llegar a plantear exageraciones como llenar de ejército la ciudad. Obviamente esta no es función de las Fuerzas Armadas sino de la Policía, y basados en esa realidad continuamente se le ha pedido al Gobierno nacional reforzar este cuerpo para atender las demandas de la ciudadanía.

El problema ahora, por razones que aún no son del todo claras, es que los últimos acontecimientos demostraron que la ciudad ha sido víctima del terrorismo. Del Eln, como ellos mismos han declarado, o de una mezcla de bandas criminales con este grupo guerrillero. El resultado ha sido un atentado que esta ciudad nunca había vivido, y del cual –con sobrada razón– no logra reponerse. Nada más difícil que evitar este tipo de atentados en el cual la sorpresa es el arma poderosa de quienes los programan.

Esta reciente y cruel experiencia donde murieron varios policías y aún muchos permanecen en hospitales, algunos con graves heridas, necesariamente les plantean a todas las autoridades del país un reto inmenso, pero sin duda prioritariamente a aquellas que tienen que responder por la seguridad de los ciudadanos de Barranquilla y de su Área metropolitana. Tarea nada envidiable, porque Colombia ha vivido como nadie el costo de este tipo de ataques y la dificultad de preverlos. Todo el país espera que estos Carnavales 2018 sean aún más exitosos que los anteriores. Para ello debe recordarse que la ciudadanía juega un gran papel de apoyo a las autoridades locales, por lo que es necesario perder el temor a denunciar cualquier señal que parezca extraña. También los empresarios que organizan las actividades con grandes multitudes deben entender que el riesgo ha aumentado y que en esta ocasión más que nunca deben cumplir las medidas que exigen las autoridades. El país espera que estos Carnavales se vivan con alegría, sin amenazas y con mucho civismo.