En Colombia existe la gran capacidad de contar las historias a medias, especialmente cuando se trata de la corrupción en el ejercicio de la política. Este es el caso de Aida Merlano, a quien se le ha dictado orden de captura por un claro caso de compra de votos, donde la historia empieza y termina con ella, su hermana y sus más cercanos colaboradores. Ahora la discusión se centra en si los votos que la eligieron para ocupar una curul en el Senado de la República son válidos o no, de manera que se pueda o no aplicar la silla vacía o si el que le sigue en votación puede reemplazarla. Claro que esto le importa al Partido Conservador, porque una curul menos es menor poder de negociación de puestos en el Gobierno nacional, regional y local, y pérdida de recursos públicos cuya asignación tiene un pasado, ayudó a financiar tan generosa campaña.

Pero la parte más importante de esta historia nadie la toca públicamente, sino que forma parte de los chismes políticos que fuera de incomodar a algunos y divertir a otros, no tienen ninguna repercusión real. Sin embargo, lo fundamental es conocer cómo y con quién se llegó a esta situación porque solo así se entenderá cómo se hace la política, no solo en la Región Caribe sino en todas aquellas regiones donde los gamonales mandan.

El poder de Aida Merlano no surgió solo, y las directivas del Partido Conservador sede Barranquilla tienen mucho que explicar. Crecer políticamente de la manera como lo hizo la señora Merlano implica necesariamente tener un importante padrino político y un gran respaldo económico. Un binomio que se caracteriza por estar conformado por un jefe político importante y un empresario rico que constituyen la fórmula perfecta para de esta forma llegar al Congreso de la República y al Senado en particular. Nadie que conozca la región y su forma de operar en la política va a creer el cuento de que este es un caso aislado, donde esta persona actúa sola sin claros vínculos con personajes de la política y del sector privado de esta ciudad. Si hay un caso, que nos lo muestren.

Por consiguiente, la historia de esta excongresista que perdió su puesto en el Senado por sus actuaciones clientelistas y corruptas es hasta ahora absolutamente incompleta. Le falta la parte más importante que todos los ciudadanos del país y de Barranquilla –y del Atlántico en particular– tienen el derecho a conocer. Les corresponde a las autoridades de justicia llegar con sus investigaciones a la fuente de esta trama corrupta, de la feria de dinero para compra de votos. Nadie puede asumir por voluntad propia esta tarea.

Pero la ciudadanía sí tiene una importante responsabilidad en este escándalo: no puede contentarse con la mitad de esta historia que deja por fuera a los grandes poderes políticos y económicos de Barranquilla que están detrás. No es posible aceptar sin beneficio de inventario que este caso empiece y termine solamente con la señora Merlano en la cárcel.

cecilia@cecilialopez.com