En los últimos días se han reportado en varios medios de comunicación los múltiples abusos y engaños que tienen que padecer algunos turistas extranjeros que visitan la ciudad de Cartagena, por parte de ciertos inescrupulosos que encuentran en la ingenuidad de los visitantes una oportunidad para sacar un desmedido provecho de sus ventas u ofrecimientos. Desde masajes brindados en la playa a precios de un spa cinco estrellas, hasta cervezas tan caras como un whisky añejo, todo indica que en La Heroica todavía queda un largo camino por recorrer si se quiere entrar a competir en las grandes ligas del turismo caribeño.

Cartagena tiene mucho que ofrecer. Su centro histórico está colmado de plazas, rincones y parajes que vale la pena visitar y que sin duda constituyen un atractivo para cualquier turista interesado en este tipo de entornos. Las cifras de visitantes extranjeros, la ocupación hotelera y el incremento de las conexiones aéreas a Europa, Norteamérica y Suramérica dan buena cuenta del potencial que tiene esa ciudad para consolidarse como un destino de referencia en el Caribe. Sin embargo, si no se presta la debida atención a esos irritantes casos de abuso, es posible que no se logren capitalizar los atractivos históricos cartageneros y que se desperdicien las posibilidades de crecimiento de la industria turística. Creo que estamos subestimando el daño que hace el comentario negativo y la mala experiencia de un viajero.

Aunque celebro que se haya conformado un grupo élite especial para controlar estos casos, estas medidas reactivas no suelen llegar al fondo del asunto, y si bien logran disuadir alguna fechoría, usualmente actúan cuando el daño está hecho y la reputación ya se ha deteriorado. Hace falta un compromiso más decidido por parte de la administración cartagenera, en conjunto con los empresarios privados, para educar y capacitar a todo aquel que tenga la tarea de atender a un turista, bien sea un taxista, un mesero o un vendedor ambulante. No es una tarea fácil y tampoco dará frutos pronto, pero es imperiosa e inevitable.

En la actualidad la industria del turismo ha facilitado una enorme conectividad a nivel global, la competencia es feroz y los destinos tienen que pensar siempre en mejorar y refinar los productos que ofrecen. Un europeo, un norteamericano, o un asiático (especialmente estos, a los que se les ve por miles por todos lados), con su dinero y sus recursos, tienen a un clic de distancia cualquier ciudad del mundo. La cuenca del Caribe tiene varios lugares similares a Cartagena y algunos nos llevan mucha ventaja en su consolidación turística, en servicios y respeto al visitante.

Ojalá así lo comprendan las autoridades y el gremio del turismo cartagenero, y trabajen de la mano con agilidad. Lo mínimo que podemos hacer es no agredir a quien queremos que nos visite y hable bien de la ciudad. Resulta muy difícil que alguien se anime a recomendar un lugar en el que ha sido robado y maltratado.

@Morenoslagter
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