Tal vez fue una eliminación prevista la del Junior de Barranquilla de la mano de César Farías. Se sintió con la última asistencia al juego ante Tolima. La derrota ante el Caldas en el Metro desvaneció toda esperanza porque Junior ya no dependía de Junior, sino de lo que podía hacer y lo que harían los demás. Este desenlace no tomó de sorpresa a nadie. Junior no hizo lo que tenía que hacer y el Tolima sí.
Ahora, cuando ha terminado su actuación, y echamos la película hacia atrás, es claro que nos quedamos esperando “al Junior de Farías” que se creyó que veríamos. Vimos a un Junior caótico, sin regularidad, sin una alineación básica, con cambios de nombres en cada partido, que un día jugaba regularcito, después menos regularcito y después ni regularcito.
Jugaba mejor el Junior de Reyes, armónico, con una idea sobre el juego, con una filosofía entendida por el plantel. Este Junior de Farías quizá tuvo un partido que hizo pensar que iba por el camino correcto. Fue en aquel 0x0 con Caldas en Manizales cuando sorprendió con Yimmi Chará como falso 9. No se ganó pero se vieron cosas diferentes. Después, volvió a lo mismo.
En este torneo comenté que Junior no era un equipo confiable para clasificar y jugar otra final. Es que fue eliminado de la Copa BetPlay y ahora eliminado de la Liga porque nunca hubo, en la realidad, un juego de conjunto, un team work.
En este momento de las evaluaciones es inevitable recordar que Junior sumó 3 puntos y 3 goles a favor por los hechos ocurridos en el partido con Nacional en Medellín. Sin esos puntos hubiera quedado eliminado. Nada bueno.
Si Farías se queda, que rinda, que si se va, vendrá otro, como tantas veces. Ojalá ese otro, si cambian a Farías, entienda la diferencia que hay entre hablar y hablar y salirse por la tangente y los buenos resultados.
Es que en el fútbol se gana en el terreno de juego, no en las ruedas de prensa…