El clima de Bogotá, donde vivo desde hace cuarenta años, siempre ha estado loco. Pero estas últimas semanas está más loco que nunca. Entre las 9 am y las 5 pm, como horario de oficinista, hace un sol que ni en el Caribe y una temperatura que ronda los 14 o 15°C, lo que significa bochorno y piquiña. Después de las 6 pm y hasta más allá del amanecer el frío entumece el alma.

En general, el frío para mí nunca ha sido un problema. Creo que los dos más importantes inventos para la evolución del hombre son el hielo casero y el aire acondicionado. Hielo consumo todos los días en Bogotá acompañando cualquier bebida salvo el café, que me gusta tomar caliente inmediatamente ha sido servido, pero que luego dejo enfriar hasta terminar el pocillo. El aire acondicionado, en tanto, lo uso de Medellín para abajo.

Con frecuencia me pregunto cómo sería vivir sin hielo o sin aire acondicionado. El cambio climático cada vez empeora más y más, pero seguimos actuando como hacemos con la muerte, que sabemos que puede llegar en cualquier momento y actuamos convencidos de que nunca llegará.

Hace poco, por ejemplo, causó estupor la imagen de un grupo de perros tirando de un trineo sobre un suelo de hielo derretido en una región de Groenlandia por cuenta de una temperatura de 17°C, cuando normalmente oscila entre los 3°C.

La foto es bellísima: el agua, las montañas y el cielo cada uno en un tono de azul diferente. Pero lo que significa esa foto angustia, como angustian las imágenes recientes de un oso polar caminando hambriento por entre las calles de una ciudad al norte de Rusia. O la foto de otro oso polar desnutrido y calvo que a muchos nos cuesta mirar por más de un segundo.

Aunque entre estas imágenes de animales que comienzan a padecer más cruda y cruelmente el cambio climático las que más asustan y rompen el alma son las de las morsas lanzándose al vacío al no encontrar espacio para reposar por la reducción del hielo.

A diferencia de ellos, el hombre ha encontrado maneras de sobrevivir a pesar de lo que cada vez el problema adquiere más visos de tragedia. Como hacemos con el aire acondicionado, para no ir tan lejos. El lío es que hay aquí un gravísimo círculo vicioso: entre más calor, mayor demanda de refrigeración, lo que a su vez aumenta los niveles de gases de efecto invernadero, eleva la temperatura y hace que el acceso a la refrigeración sea aún más crítico.

Quienes creen que a pesar de las facturas de Electricaribe es chic tener aire acondicionado integral encendido todo el día en la casa u oficina, están mandados a recoger. La solución del problema climático nos compete a todos. No sólo a las grandes naciones. Si no cambiamos nuestro comportamiento cada vez será peor.

En este tema bien podría ajustar la frase “Pensar que el futuro de la humanidad se solucionará con rezos y plegarias religiosas no es realista. Hay que tomar acción. Hacer algo”. Y ojo que no la dijo un ateo. Salió de boca del Dalai Lama.

@sanchezbaute