Por primera vez en los últimos once años el clásico por excelencia del fútbol español, entre el Barcelona y el Real Madrid, no contará con la presencia de dos de las figuras más relevantes que ha dado el fútbol en el último decenio: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, los dos se han repartido los Balones de Oro y han capitalizado el debate sobre quién es el mejor del mundo. Messi se lesionó el sábado pasado ante el Sevilla, y Cristiano se fue al Juventus de Turín pocos días después de haber ganado su tercera Champions consecutiva con el club blanco.

Varios amigos barranquilleros que comparten sus gustos futboleros proclamándose fieles devotos del Real Madrid están intentando convencer a algunos de los que gozamos de la suerte de estar enamorados del Barcelona de que el choque, que se disputará el domingo en el Camp Nou, a partir de las 10 de la mañana colombiana, demostrará que la Liga ya no es la mejor de Europa. Dicen, además, que este clásico por primera vez no ha despertado ninguna expectación en ellos. Creo, sinceramente, que detrás de ese supuesto escaso interés se esconde una verdad: desearían, en el fondo, que ese partido no se jugara en este momento. No les conviene. Temen lo peor porque el Madrid no es lo que era. Desde que ganó su tercera Champions consecutiva ha entrado en crisis.

Llega el Madrid al partido más exigente que disputa en España con la cabeza baja, y sin haberse acostumbrado todavía a la dependencia de los goles de CR7. Una derrota lo dejaría a siete puntos de su máximo rival con apenas diez jornadas disputadas. Una derrota humillante provocaría la destitución de Julen Lopetegui, el entrenador que el Madrid quitó a España una semana antes de empezar el Mundial de Rusia.

Para el Madrid es mucho más decisivo el clásico que para el Barcelona, que el miércoles ante el Inter de Milán ofreció un buen fútbol sin Messi. Los dos clubes tienen buenos equipos titulares, pero el Barcelona goza de mejor banquillo. En el Madrid hay nervios como lo demuestra los malos modos de Sergio Ramos en un entreno con un compañero o las palabras de Marcelo señalando a la prensa de querer hacer daño al club.

Pero lo que está claro es que los clásicos son eternos, no mueren nunca porque tienen vida propia juegue quien juegue. Y si no que se lo pregunten a los Inter-Milan, Boca-River, Fla-Flu o Ajax-Feyenoord.