La última encuesta de Cifras y Conceptos, en la que Petro y Duque puntean, mientras que Fajardo y De la Calle se estancan, comprueba que el país no solo sigue polarizado, sino que quiere estarlo. La propia encuesta nos revela por qué: a la pregunta “¿Cuáles de los siguientes temas le generan temor?”, el principal, con el 68%, es “Que Colombia se convierta en otra Venezuela”.
El ‘coco’ castrochavista, en otras palabras, sigue asustando al electorado, por más que a los candidatos de izquierda y centroizquierda les exaspere el término e insistan, en foros y redes sociales, que el tal ‘castrochavismo’ no existe: que es un invento de la derecha para llevar a la gente asustada a las urnas.
Esa posición no convence, y por eso la caída del centro en las encuestas. Me explico. Hay una cosa llamada ‘castrismo’: el comunismo militarista de Fidel Castro en Cuba, de soporíferos discursos, añoranzas soviéticas y deficiencias nutricionales. Hay una cosa llamada ‘chavismo’: el socialismo tropical de Hugo Chávez en Venezuela, una parranda petrolera para los de arriba y, para los de abajo, la dictadura de la escasez. Hay similitudes entre los dos sistemas: caudillismo, totalitarismo, corrupción, migración, hambre. Y hay, o hubo, una alianza entre ellos, una política de colaboración e imitación que no es injustificado llamar ‘castrochavismo’. No creo haber dicho nada polémico. Que dicha doctrina sea ambigua, incoherente e insensata no importa: muchas doctrinas políticas son ambiguas, incoherentes o insensatas, no por eso no existen.
Al negar algo tan sencillamente evidente, los candidatos de izquierda y centroizquierda minan su credibilidad. Tal vez lo que quisieran decir es que el ‘castrochavismo’ sí existe, pero allá afuera, y jamás llegará a Colombia. Pero el único argumento que han ofrecido en ese sentido es que lo de Venezuela no puede pasar aquí porque… porque no.
Y a lo mejor tengan razón. Pero la gente espera que un aspirante a la Presidencia se tome más en serio la que, según las encuestas, es su preocupación central. No basta con que diga, como Sledge Hammer, aquel bufonesco inspector de una serie de TV ochentera: “Confía en mí, sé exactamente lo que hago”.
El desinterés por ese temor popular le sale más caro a los centristas Fajardo y De la Calle que al izquierdista Petro. Este último, al fin y al cabo, apoyó abiertamente a Chávez sin que eso hiciera mella en su número de seguidores. En cambio, hay miles de personas que no quisieran votar por Vargas Lleras o el uribismo, pero que le temen a una ‘venezuelización’ del país en caso de que gane un gobierno de izquierda o, incluso, de centroizquierda. Dicho temor puede ser justificado o no, ese no es el punto. El punto es que, en vez de oír, de los candidatos de centro, “no permitiremos que eso suceda”, como hábilmente dice la derecha, lo que oyen es:
–¡Niños, el ‘coco’ no existe!
Mientras vemos al ‘coco’ comerse al país de al lado.
Además de menospreciar un miedo legítimo de la gente, la hacen sentir estúpida por tenerlo. No sé, pero no parece la mejor estrategia de campaña.
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