“Herodes se enfureció y mandó a matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en toda la comarca”, apuntó Mateo, el evangelista. Herodes había construido el segundo templo, el puerto de Cesarea en Mauritania, la fortaleza de Masada y Heraclion, realizaciones que apenas si se le recuerdan. Pero la matanza de los niños permanece en la memoria universal. Y se revive hoy cuando se cree verlo de regreso y reencarnado en el presidente Trump, quien pasará a la memoria de la infamia humana con el llanto de los 2.300 niños separados de sus padres, arrestados por el delito de querer entrar a Estados Unidos.

La decisión de Trump hizo recordar los 150.000 niños indios que el Gobierno canadiense separó de sus padres bajo el principio de “matar al indio en el niño” que se aplicó desde 1883 hasta fines del siglo pasado. Herodes también regresó a Nigeria, en donde Boko Haram secuestró a 276 niñas, sin que en el mundo haya quien lo impida; un caso parecido de impotencia es el que ocurre en Siria. En los dos primeros meses de este año murieron mil niños de los 5 millones que están expuestos a los horrores de la guerra.

El paso de Herodes por Colombia también es cruel. Medicina legal comparte su alarma. En 2017, los casos de violencia contra niños en los hogares fueron 10.385 y en los cuatro primeros meses de este año hubo 7.137 casos de violencia sexual contra niños, un refinamiento de crueldad que no se le ocurrió a Herodes. Tampoco debió imaginar el reclutamiento de 16.000 niños que hizo las Farc durante 56 años de guerra, según registros del Centro Nacional de Memoria Histórica.

La organización Save the Children avergüenza al informar que en 2017 fueron asesinados en Colombia 715 niños y que, entre los 7 millones de desplazados, 2 millones son niños.

Palidecen las conquistas en materia de derechos humanos y de civilidad logradas por la humanidad, cuando se atiende el llanto de los niños vejados en la historia de nuestro tiempo.

En estos días las abuelas de la Plaza Mayo en Buenos Aires están recordando la práctica militar, durante la dictadura de los años 1976 a 1983, cuando se arrebataba a los bebés recién nacidos a sus padres para entregarlos a parejas que les dieran una crianza no contaminada por la mentalidad revolucionaria. También por estos días abundan en España los testimonios de la operación con que Francisco Franco se propuso arrancar cualquier posible semilla revolucionaria, al quitarles los bebés a sus padres con el engaño de que habían muerto al nacer. Algo parecido ocurrió en los campos de concentración; los nazis obligaron a homosexuales y lesbianas a tener hijos que luego eran criados en los hogares de los militares de las S.S.

El periodista británico Robert Fisk conservó en su libreta la frase de uno de los israelíes implicados en la matanza de Sabra y Chatila, quien explicó el asesinato de mujeres embarazadas: “las embarazadas parirán terroristas, los niños cuando crezcan serán terroristas”. Digno sucesor de Herodes, también veía en peligro su poder ante la presencia de un niño.

Jrestrep1@gmail.com
@JaDaRestrepo