Nadie puede soslayar, a la hora de conceptuar sobre la selección de Uruguay, el coraje con el que encaran cualquier competencia. No los hace campeones o finalistas con frecuencia, pero se ganaron el respeto y la contrariedad de los adversarios al enfrentarlos.

Sin embargo, ayer, en los cuartos de final del Mundial, eso no alcanzó porque enfrente tuvo a Francia, en mi opinión, una de las tres mejores nóminas de Rusia-2018 (las otras dos son Brasil y Bélgica).

Y Francia lo superó con la calidad en la circulación del balón, con el talento individual, con la categoría defensiva y de recuperación (Kanté es el mejor recuperador) de los de atrás, con la cadencia exacta para saber mezclar estética y competitividad (hay algunos que creen que esos dos aspectos son incompatibles).

La superioridad francesa es la que los lleva a la semifinal.