Por Angélica Solis Sotomayor

Aquel 18 de mayo de 2014, vuelve a ser sencillamente, domingo. Eran exactamente las ocho de la mañana, cuando los padres alistaban a sus niños para enviarlos a la escuela dominical. Los ángeles vestidos de sonrisas abrazaban lo eterno. Leían la biblia siendo felices. Llegó la hora de ir a la estación donde se les apagaría la luz, ellos, les regalaron a sus padres el último soplo de sus corazones. A las 11:50 de la mañana, el bus que los regresaba a casa intempestivamente, falló. 33 almas inocentes fueron al cielo. Esta es considerada la tragedia más grande que se haya ensañado contra los niños en Colombia: la tragedia de Fundación, Magdalena.

Este municipio ribereño unido a la construcción del ferrocarril de la perla más grande de América, y que se encuentra localizado cerca de la Sierra Nevada de Santa Marta, hoy vuelve a ser noticia. Nuevamente una tragedia ocurre en contra de un niño. Un energúmeno y vilmente cobarde acabó con la vida de una menor de la forma más nefasta y fatídica. Otro niño menos en Fundación. Un viernes inolvidable para quienes sienten este dolor y sufrimiento, como aquel domingo eterno, en el que todavía esperan a los niños y no hay regreso. La problemática social se vuelve más evidente en este municipio cuando existen esta clase de sucesos.

Según el estudio Nacional de Salud Mental 2003, el 40.1% de la población colombiana entre 18 y 65 años está sufriendo o sufrirá alguna vez en la vida un trastorno psiquiátrico diagnosticado. De estos, se detecta al 16%. En el último año se ha detectado al 7.4%. Es realmente preocupante la problemática de salud mental que conlleva a las personas a realizar estos hechos atroces. Sin embargo, esto, no se debe entender como causal de exclusión de responsabilidad penal, toda vez, que mientras no se compruebe que la persona sufre o está certificada que padece de estas enfermedades de salud mental, está en condiciones normales y aptas para vivir en sociedad y ser judicializado. Esto debemos entenderlo claramente.

Como mujer, como tía, como hermana, me resulta indignante y preocupante que sean los menores quienes estén siendo víctimas de maltrato, de muerte, de rechazo y de tratos degradantes. Es aquí donde no se debería, bajo ninguna circunstancia, atenuar la pena.

Hoy se ha ido al cielo otra pequeña más fundanense. A Fundación: esperanza y regocijo.

*Usuario de Wasapea a EL HERALDO.