En el mes de febrero de este año escribí una columna en la que criticaba el lento proceso de vacunación en Colombia. Sentía, como muchos colombianos, que las promesas eran en vano y que, mientras tanto, la gente se moría, los negocios se quebraban y la pandemia ganaba la partida.

Sin embargo, y muy a pesar de lo que algunos repiten sin que sea cierto (solo por seguir la tendencia de criticar al gobierno por absolutamente todo), hoy retracto mis palabras y felicito a quienes se han encargado de que hoy en nuestro país, inclusive teniendo en cuenta los bloqueos de vías en consecuencia del paro nacional, doscientas mil personas sean vacunadas a diario. Esto en el 2021 es una victoria de las grandes.

No hay nada en nuestra historia reciente que más haya afectado al mundo entero que la presencia de covid-19, y de toda esta experiencia, se reconocerán los mandatarios que acertaron, al igual que se conocerán quiénes fueron los que fracasaron enormemente. Y como van las cosas, Colombia en este momento está del lado de quienes ‘lo hicieron bien’.

No se necesita ser hincha del gobierno actual para saber separar las buenas decisiones de las nefastas, y la manera cómo el gobierno de Iván Duque ha abordado en estos últimos meses el proceso de vacunación, será uno de sus legados positivos. Basta con ver lo que está ocurriendo en este momento en Argentina y México, sobre todo en el primero, para saber que la situación podría ser peor. Mucho peor.

Mientras aquí se está luchando contra la pandemia de la única manera cómo se puede, vacunando miles al día, en países como los mencionados anteriormente, no se vacuna a nadie. Mientras aquí se hicieron buenos acuerdos con todas las farmacéuticas, allá pusieron ‘todos los huevos en una sola canasta’ y le apostaron a poder convertirse en una ‘sucursal’ de producción de la vacuna de Oxford AstraZeneca que, lastimosamente, solo ha traído retrasos. Retrasos que cobran vidas. Retrasos que destruyen la economía. Retrasos que hacen que solo quienes tienen una visa americana y dinero en el bolsillo, puedan salvar sus vidas.

Y sí, quise escribir mi primera columna en pro de este gobierno, porque creo que esto es precisamente algo que todos debemos aprender a hacer. Debemos poder saber diferenciar entre qué sí y qué no, y debemos poder poner a un lado nuestro odio hacia un partido político o hacia un líder político, para saber separar lo que le conviene al país de lo que no.

Porque para nadie es un secreto que la situación actual de nuestra nación nos terminará perjudicando a todos. Pero desafortunadamente, el odio visceral de algunos que en nada representan a quienes marchan pacíficamente, puede más que la razón.

Y a quienes hoy piden que todo sea distinto quemando a Colombia, les recuerdo que hay que tener cuidado con ese votante silencioso que lo ha perdido todo por cuenta de este paro nacional que bloquea vías, que destruye locales, que acaba la economía, que aumenta el desempleo y que llena el territorio de miedo, pero que no se pronuncia en redes sociales porque tiene miedo a ser atacado.

Recuerden que ese votante existe, y que alzará su voz el día de las urnas. Día dónde debería ser el verdadero acto de protesta.