En el siglo XVIII, un filósofo de origen suizo, Jean-Jacques Rousseau, revolucionó el mundo con una frase: “el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe”. Desde entonces mucho se ha dicho acerca del tema, pues contrario a lo que creía su colega inglés Thomas Hobbes, quien un siglo antes determinaba que las personas éramos ‘malas’ desde el inicio y que solo un sistema de reglas podía controlar nuestro ser ‘salvaje’ que llevamos dentro, Rosseau llegaba para ‘salvar’ la esencia de la humanidad, para darle una esperanza y para demostrar que es, más bien, el ambiente el que acaba con su estado de pureza.

La película ‘Guasón’, que desde su estreno el pasado 31 de agosto tiene a todos hablando de ella, es un claro ejemplo de esto. En mi humilde opinión (y enfatizo en el humilde porque realmente no soy ni una erudita del cine ni mucho menos una experta en psicología) considero que el filme del director Todd Phillips es una obra maestra porque la trama no gira alrededor del mal versus el bien, como usualmente son las películas de éstos cómics, sino del por qué del mal, del por qué de tanta violencia y del por qué de esa risa maquiavélica.

Y es que Arthur Fleck (el nombre original del ‘Guasón’), es, según la propuesta de Phillips, ese ‘hombre que nace bueno por naturaleza’ y que ‘la sociedad se encarga de corromper’. Sus traumas en la niñez, los malos tratos a los que fue sometido, la falta de oportunidades, la injusticia, la pobreza, y una enfermedad mental, fueron todas gotas acumuladas, gotas que fueron llenando el vaso de frustraciones, gotas que terminaron por desbordarse en la locura. En cada escena nos vamos dando cuenta que los sucesos de la vida de este hombre lo fueron perfilando hasta convertirlo en el asesino en masa que se convirtió, y que, al igual que las piezas del dominó, una cosa tras otra lo llevó a caer y perderse por completo en el abismo de la maldad. Si quizás no hubiese sido golpeado por esos niños, si alguien le hubiese tendido una mano, si el gobierno no le hubiese quitado sus suministros de medicamentos, si no hubiese sido abandonado, tal vez se hubiese podido evitar tanta tragedia. Pero nada de estos ‘si’ pasaron, y el resultado fue catastrófico.

Quizás es por esto último que esta es una de las películas que más temor han generado en mí, mucho más que aquellas que tratan de espíritus, fantasmas y monstruos, pues la sentí real. Como algo que puede pasar, como algo que pasa a diario, como algo que se va desarrollando hasta que es demasiado tarde para notarlo. Porque detrás de todo adolescente que entra a un colegio con un arma en mano, dispuesto a acabar con la vida de todos sus compañeros, por lo general, hay una persona acosada, hay una persona golpeada, hay un débil que se cansó de serlo. Porque detrás de todo grupo armado ilegal, que secuestra y que asesina, hay una razón que nace de la inconformidad. Porque, a pesar de que dé escalofríos reconocerlo, todo es cuestión de causa y efecto.

Porque inicialmente el Guasón solo quería hacer reír, pero se aburrió de que la sociedad se riera de él.