Providencia, la conocida Old Providence, fue devastada por el huracán Iota. La población de unas seis mil personas quedó completamente aislada por una semana. ¡Nuestros compatriotas resistieron sin recibir ninguna voz de aliento! Solo hasta el lunes 23 de noviembre se restablecieron las comunicaciones. El 98% de la infraestructura fue destruida por el huracán. Quedaron sin luz, sin agua, sin comida y sin refugio.

Fui a esta prodigiosa isla un par de veces. No solo es un paraíso terrenal, sino que sus pobladores son cálidos y alegres. Llevan una existencia sin preocupaciones, disfrutando el tiempo y la vida como debe ser, con calma y con enorme autoestima. ¡Y qué autoestima la que se tienen! Son raizales, miembros de una etnia de raíces africanas, europeas y caribeñas, con identidad propia y una lengua mezcla de creole, español e inglés. Viven orgullosos de su pedacito de cielo, saben lo que tienen en sus manos. Son luchadores, poetas, piratas, que escriben sus historias con realismo mágico caribeño.

No podría afirmar que Iota fue una consecuencia del cambio climático, pero su intensidad sí que lo fue. Está probado que las altas temperaturas de los océanos contribuyen a que el impacto de los huracanes sea más fuerte, y a que aumente la velocidad de los vientos. Pero también el incremento del nivel del mar vuelve a estos más dañinos. Ahora es más urgente que nunca afrontar el cambio climático.

La distancia geográfica de la isla hizo que nos olvidemos de ella. Pero lo más grave, además del abandono de nuestros gobiernos, es nuestra desidia. Estamos ignorando, por tanto, dos cosas importantes: una, nuestras islas; otra, el cambio climático, aunque espero que estemos convencidos de que es una realidad irreversible. Una realidad que nos está ganando terreno y nos está cogiendo fuera de base, pero que podríamos ver como una oportunidad, ya que los científicos llevan décadas explicando este fenómeno.

Es que para cambiar el mundo, y mejorarlo, basta con cambiar la mente de un solo individuo. Con solo educar a nuestros hijos sobre el problema, ya estamos creando una nueva generación consciente de que va a cuidar el planeta. Si no nos ponemos las pilas, van a sufrir muchas otras regiones de Colombia. Según informe presentado al Gobierno, la totalidad de los municipios del país está expuesta a algún riesgo por el cambio climático. Los más amenazados son Vaupés, Amazonas y San Andrés, -lo que ya se comprobó en el Caribe-, rudos inviernos en algunas zonas y sequías en otras, cambio en la función biológica de los ecosistemas, disminución del abastecimiento de agua, y la lista sigue con un sinnúmero de problemas. Si no los afrontamos de inmediato, podrían ser nefastos.

La tarea ineludible es hacer un alto por Providencia. La campaña @standuprovidencia busca recursos para reconstruir las viviendas de manera sostenible e integral con la comunidad, para que no se pierda su identidad raizal, que es como perder el alma. Como dijo René Rebertez sobre Providencia: “lo maravilloso está ahí, al alcance de la mano”.