Fue grato reencontrarme con mi amigo Sergio Karagumechian en el aeropuerto El Dorado diez años después. Volamos Bogotá-Barranquilla recordando esos viejos tiempos que difícilmente olvidamos. Sergio vive entre su triángulo afectivo. Ereván (Armenia), la tierra de sus antepasados; Buenos Aires, ciudad donde nació; y Barranquilla, ciudad a donde llegó en 1962 y donde descubrió el gran potencial del trópico: las frutas. Las pulpas de nuestras frutas están en las grandes capitales del mundo, y son utilizadas por las grandes empresas del orbe, gracias a la idea de Sergio que fue pionera en la utilización de la pulpa en lugar de exportar la fruta como tal. 56 años después Sergio sigue aquí, con nosotros, en esta bendita ciudad que ama. Su presencia en Barranquilla hizo que el Junior se le metiera en el corazón para siempre y por siempre.

Justamente del Junior hablamos o, mejor, recordamos. Los recuerdos de Sergio están intactos. No sólo de los jugadores argentinos que lo veían a él como un embajador consejero en nuestra ciudad sino de los colombianos que hicieron historia.

Recuerda con cariño a Fuad Char joven. Sabe la historia de José Varacka al dedillo. Recuerda al ‘Turi’ Fernández con cuyo capital se dio inicio a la idea de regresar al Junior a la Dimayor. También de cuando fue vital el ingreso de Fuad al Junior en momentos en que se necesitaba un músculo financiero.

A Sergio lo conocí en su oficina del hoy edificio de Serfinansa cuando trajo a Aerolíneas Argentinas al país. Y nos habíamos visto en Buenos Aires por última vez cuando coincidimos en el Restaurante La Bisteca de Puerto Madero. Ese día estábamos con Fabio Poveda Ruiz, Ramiro Jiménez, Ricardo Ordoñez y Wilson Pacheco.

Entre recuerdo va y recuerdo viene. Pregunta va y respuesta viene, Sergio me contó una vieja historia archivada en su lúcida memoria a sus 81 años de edad.

Un dirigente amigo suyo de Boca Juniors le llamó para comentarle que tenían un muchacho delantero goleador, pero que era de difícil manejo por su recia personalidad. Que mirara si en Junior lo podían recibir a cambio de los tiquetes, el alojamiento y la alimentación. Recuerda Sergio que le hizo saber a Fuad Char sobre el tema y éste lo envió donde el DT José Varacka para ponerlo en conocimiento.

Ese día, al parecer, no había sido bueno para Varacka que fue cortante: “Decime una cosa Sergio, ¿tú eres representante de jugadores o exportador de pulpa?”. Y allí terminó la diligencia.

El nombre de ese jugador es Ricardo Gareca, que después vino al América de Cali, donde marcó 57 goles en 118 partidos. El mismo que dirige hoy a la selección Perú. Es solo una anécdota de las muchas que recuerda el buen Sergio. El mismo que divide su corazón entre Junior y San Lorenzo de Almagro...