Los dirigentes políticos de los países miembros de la Unión Europea se congregaron este miércoles por enésima –aunque seguramente no la última–vez con el fin de buscar una solución negociada para la salida del Reino Unido del club comunitario que se producirá el 29 de marzo del año que viene. A estas alturas nadie sabe realmente qué va a pasar, pero suben las apuestas de que al final se producirá un “Bréxit duro”, es decir, una salida sin fijar la relación futura con la UE. El dilema para los 27 países que se quedan en el club es que, por un lado, no quieren romper puentes con Gran Bretaña. Pero, por otro, no pueden conceder a Londres un acuerdo demasiado ventajoso porque ello podría inspirar a otros gobiernos que últimamente se sienten incómodos en la UE a seguir el paso del Bréxit, como podrían ser Hungría o Polonia.

En este sentido, el problema más gordo e inmediato que se plantea en Bruselas es el desafío del nuevo gobierno de Italia, formado por la ultraderechista Lega y el inclasificable Movimiento Cinco Estrellas (M5S).

Como todos los 18 gobiernos que conforman la unión monetaria del euro, Roma entregó el lunes su plan presupuestario para 2019 a la Comisión Europea. Los dos socios de gobierno en Italia prevén un fuerte aumento del gasto público, con una renta básica para la parte más pobre de la sociedad, una rebaja fiscal para autónomos y una reducción de la edad para la jubilación, entre otras cosas. Todo esto eleva el déficit público italiano al 2,4% del Producto Interior Bruto, tres veces más de lo que Roma había acordado con Bruselas. De esta forma, el ejecutivo de Matteo Salvini y Luigi di Maio se enfrenta radicalmente a la Comisión y a sus socios europeos porque este cambio en la política fiscal no había sido consensuado con Bruselas. En consecuencia, los intereses para la deuda pública italiana subieron sensiblemente.

El gobierno socialista de España, que llegó al poder casi al mismo tiempo que la Lega y el M5S hace cuatro meses, también entregó un presupuesto que supera el objetivo del déficit previsto para este año y el que viene. Las cuentas de Madrid prevén un fuerte aumento del gasto público pero también de la recaudación a través de nuevos impuestos. La diferencia con los italianos es que el ejecutivo de Pedro Sánchez había negociado con la Comisión tener algo más de margen fiscal en vez de imponerlo de forma unilateral.

“Cuando uno pertenece a un club y quiere quedarse debe respetar las reglas”, dijo la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, sobre Italia. Es cierto, pero quizás Salvini y di Maio no quieran quedarse en el club. Un “Italexit” tendría consecuencias imprevisibles para el país. Pero la UE tampoco puede permitirse que, después de la salida del Reino Unido, la segunda mayor economía del club, se salga también la cuarta economía. Esperemos que en este tira y afloja se acabe imponiendo la sensatez, aunque en los tiempos que corren es un bien cada vez más escaso en la política.

@thiloschafer