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En la cancha de San Felipe, bajo un techo de aluminio oxidado que cada día truena más por la falta de mantenimiento, más de cien jóvenes intentan seguir los pasos de Jackie Chan, el famoso actor chino especialista en hapkido, una de las artes marciales coreanas más antiguas del mundo. 

En esta disciplina, a diferencia de otras, la fuerza no es primordial, en cambio, la técnica, el temple mental y la respiración son valores claves para desarrollar el qi, una cualidad que se basa en el fortalecimiento de la energía interior.

Quizás por lo anterior es que los jóvenes hapkidokas le restan importancia a las malas condiciones donde entrenan, rodeados por excremento de paloma y un sintético en mal estado que huele mal, y se centran en seguir creciendo en esta arte marcial. 

'La motivación que tenemos nos hace mirar hacia adelante a pesar de las dificultades que tenemos al momento de entrenar. La verdad es que desde práctico hapkido he crecido en muchos aspectos de mi vida. Ahora soy mucho más paciente y tengo valores más aplicables en mí día a día. El hapkido no es solo tirar patadas como en otras artes marciales, sino que es una disciplina más integral. Recoge lo mejor de otras y eso hace que sea muy interesante', explicó Andrés Felipe Ariza, de 23 años, uno de los estudiantes más avanzados del hapkido en el Atlántico.

A pesar de los valores éticos en los que está basado el hapkido, este arte marcial coreano no deja de ser peligroso y en muchos casos hasta letal. Aunque la disciplina se centra en la defensa personal y evitar a toda costa que el contrincante pueda hacer daño, la ejecución de sus métodos, donde resaltan más de 3.000 llaves, puede provocar severas lesiones en la salud del rival.