Los ciudadanos deben entender que regresar a la normalidad aún se demora y la actividad física al aire libre es solo un paso, que nos pondrá a prueba a todos.

La práctica de la actividad física, al aire libre, que será posible desde este lunes 27 de abril inaugura una etapa de mayor responsabilidad individual para los ciudadanos de 18 a 60 años, que deben extremar sus medidas de prevención para evitar una proliferación de contagios en esta nueva fase del confinamiento que irá hasta el 11 de mayo, y en la que se producirá la reapertura gradual de algunos sectores productivos.

No se trata de dar carta blanca a la práctica de deportes como si se viviera en una condición de absoluta normalidad. Esa no existe hoy. El país continúa en una emergencia de salud pública y quienes salgan a ejercitarse al aire libre deben seguir normas de autocuidado y autorregulación, como el distanciamiento social, el uso de tapabocas, el límite de una hora para caminar, correr o montar en bicicleta en un único horario de 5 a 8 de la mañana y en un radio que no puede ser distante de un kilómetro del lugar del domicilio.

Cada ciudadano debe ser capaz de fijarse sus propios límites a partir de un nuevo modelo de responsabilidad social, basado en una premisa de máxima moral absoluta para no contagiar y no contagiarse. Salir del confinamiento, por primera vez después de varias semanas para hacer deporte, puede generar una serie de emociones muy intensas como la ansiedad, al exponerse a la incertidumbre de lo que habrá fuera de casa, o la ira, si es testigo del incumplimiento de medidas sanitarias por parte de otras personas. Es un momento pertinente y oportuno para comprobar qué tanto ha madurado esta sociedad frente al riesgo del virus que sigue ahí y que se quedará por un largo tiempo. Como encerrarse, de manera indefinida, no es viable, hay que reorientar todo el comportamiento social para aprender a vivir con la COVID -19, empezando a gestionar la libertad individual que se está ‘recuperando’ con esta práctica.

Que la ansiedad o el temor no hagan renunciar a más de uno de salir a dar un paseo, pero con cautela. Tampoco hay dejarse llevar por la falsa sensación de sobreprotección al estar al aire libre. Disfrutar de los enormes beneficios de la actividad física extremando la conciencia de una adecuada protección social es a lo que están llamados los ciudadanos. Ahora que se prolonga el confinamiento, al menos dos semanas más, el ejercicio regular es clave para fortalecer el sistema inmunológico. Además su impacto mental es muy positivo y en estos tiempos se agradece contar con la suficiente estabilidad emocional para afrontar los desafíos de estar en casa al vaivén de realidades personales, familiares y socioeconómicas que pueden ser bastante complejas.

Cuidarse para cuidar a los demás es la clave que permitirá darle manejo a la epidemia, actuando con sentido común y adoptando todas las normas de distanciamiento social, para controlar la exposición al virus y reducir todo lo que sea posible la tasa de contagio. Menores y personas mayores deben mantenerse guardados y quien no tenga que salir de su casa, no lo haga. Será una semana intensa con la reactivación gradual de los sectores de la construcción y las manufacturas.

La normalidad aún se demora. La actividad física al aire libre es solo un paso, que pondrá a prueba, esta nueva responsabilidad individual con gran impacto en lo colectivo. Colombia aún tiene un largo camino en la detección precoz de brotes de contagios a través de la realización de pruebas, pruebas y más pruebas que sirvan para establecer cercos epidemiológicos; mientras se fortalece el sistema de salud con todos los recursos necesarios para absorber un eventual pico sin colapsar. Bienvenida la actividad física al aire libre, pero el bloqueo social continúa. Que no se olvide.