Cuenta regresiva para el fin de la pesadilla de Electricaribe. Hoy, en actos en Barranquilla y Cartagena, el presidente Iván Duque dará la bienvenida a los nuevos operadores, Consorcio Energético de la Costa y EPM, que asumirán la comercialización y distribución del servicio de energía desde el jueves 1 de octubre.

Con la llegada de Aire (Caribe Sol), que se hará cargo de 1.21 millones de usuarios en Atlántico, Magdalena y La Guajira, y Afinia (Caribe Mar), que se responsabilizará de 1.51 millones de clientes en Bolívar, Sucre, Córdoba y Cesar, comienza una nueva etapa para más de 10 millones de personas que padecieron durante años los intolerables atropellos de una empresa ‘especializada’ en prestar un pésimo servicio, que afectó su calidad de vida e impactó negativamente la competitividad de las empresas e industrias de la Costa.

El hartazgo y desespero de los ciudadanos desencadenó incontables episodios de bloqueos, protestas y hasta enfrentamientos con la Policía. Un verdadero estallido social provocado por un perturbador servicio, deteriorado con el paso de los años, producto de la incapacidad de la compañía eléctrica para honrar sus obligaciones de invertir lo necesario en infraestructura, actualización de redes, subestaciones y equipos que garantizaran la confiabilidad del sistema.

La relación de permanente desencuentro entre Electricaribe y sus usuarios, tensa desde 2010, se rompió en 2015, cuando se disparó el número y la frecuencia de las interrupciones del servicio. Ante el riesgo inminente de un apagón por el impago con el operador del mercado de energía, la dirigencia Caribe empezó a presionar al Gobierno nacional para gestionar la salida de la empresa que debido a la fortísima crisis financiera que atravesaba no pudo hacer frente a sus compromisos para mejorar el servicio.

La situación se tornó insostenible: constantes fallas del fluido eléctrico, reiterativos daños en electrodomésticos por cambios en el voltaje con lesiones y muertes, facturas impagables e indignación colectiva por los hallazgos fiscales de la Contraloría General sobre incumplimiento en la ejecución de recursos públicos destinados a proyectos de normalización de redes eléctricas y subsidios para facturas de usuarios de estratos 1 y 2 usados para disminuir sus pérdidas. Descaro y cinismo.

En 2016, Electricaribe tocó fondo, y la toma de posesión se hizo efectiva. La búsqueda del nuevo operador, otro dolor de cabeza, se fue enredando y, tras un proceso fallido en 2018, apenas en marzo de este año, 4 años después, se logró adjudicar el mercado segmentado de la Costa a dos empresas con trayectoria en el sector. El presidente Iván Duque, que empeñó su palabra en campaña, cumplió y, además, ha seguido garantizando las inversiones para superar el insólito y vergonzoso rezago de una década, sin estos desarrollos que acumuló Electricaribe.

Están a punto de terminar 10 años, e incluso más, de un sinvivir en la Región Caribe por cuenta del desdén de una compañía que se va por la puerta de atrás, cuestionada y rechazada por millones de usuarios a los que irrespetaron y maltrataron prestando un servicio indigno y hasta inhumano. Bien ida está, pero que en medio del jolgorio por la partida de la nefasta Electricaribe, nadie olvide que es prioritario mantener una estricta vigilancia y seguimiento sobre los compromisos contractuales adquiridos por las dos nuevas empresas, Aire y Afinia, especialmente en materia de inversión. Hay un largo camino por recorrer en la consecución de un servicio de calidad. Imperdonable sería volver a cometer los mismos errores. A perro viejo, no lo capan dos veces.