La Puerta de Oro nuevamente se abre para acoger a la selección Colombia. El combinado patrio encuentra en Barranquilla su hogar, su dulce hogar. Aquí, con el calor climático y humano que ofrece el Caribe, el equipo de todos ha conquistado cinco clasificaciones a los mundiales de fútbol, Léase bien: ¡cinco clasificaciones!

Los tiquetes a Italia-1990, Estados Unidos-1994, Francia-1998, Brasil-2014 y Rusia-2018 se forjaron y se sellaron en esta tierra siempre alegre, enérgica, cariñosa y apasionada, de brazos abiertos para recibir a todos los compatriotas y extranjeros que la visiten.

Esta vez la Eliminatoria Sudamericana rumbo a Catar-2022, que empieza para el representativo nacional con el partido ante Venezuela, hoy a partir de las 6:30 p.m., será diferente, extraña, rara. Con una nueva sede deportiva para prepararse y un estadio renovado en varios aspectos, pero sin sus graderías teñidas de amarillo, sin el bullicio ni aliento fiel, sin el rugido por cada emoción, sin la explosión de júbilo por los goles tricolores.

Nos encontramos en tiempos de pandemia y el fútbol no ha podido gambetearla del todo, no solo por la ausencia de público en los escenarios, algo totalmente atípico en esta clase de torneos en el que los países miden sus fuerzas futbolísticas, también por las dificultades que se han presentado en las convocatorias de las distintas selecciones. Muchos jugadores afrontaron obstáculos o no lograron desplazarse e integrarse a los combinados por situaciones relacionadas con protocolos de bioseguridad para contener la propagación del virus.

“Nunca imaginé que un partido de eliminatoria se pudiera jugar sin público”, dijo Carlos Queiroz, el técnico de la Selección. No es el único que jamás dimensionó una situación igual.

Los equipos han estado más alejados que nunca de sus seguidores, con estrictos controles sanitarios y sin contacto cara a cara con los medios, que en esta ocasión han hecho gran parte de su trabajo desde sus casas y oficinas, respetando y tratando adaptarse a la ‘nueva normalidad’.

De todas formas, a la distancia, con tapabocas puesto y desinfectante en la mano, los colombianos, se dejarán contagiar por esa ‘fiebre amarilla’ que se extiende por todo el territorio nacional cada vez que juega la selección Colombia.

El orgullo patrio y la motivación por ver jugar a la escuadra que representa y carga la ilusión de todo un país permanecerán latentes siempre, a pesar de las actuales circunstancias. Lo que se debe tener claro, no solo a la hora de ver los partidos, en todo aspecto, es que la pandemia no se ha ido.

Colombia vs. Venezuela y el resto de partidos de la Eliminatoria Sudamericana se juegan con tribunas vacías porque el coronavirus sigue rondando en el ambiente. Está por ahí, no se ha ido. Todavía recorre y amenaza el mundo.

El partido para combatirlo ha sido duro y nadie puede cantar victoria todavía. Se continúa jugando. Nadie se puede confiar, descuidar, dormir, relajar. Ni siquiera parpadear. No es momento de bajar los brazos.

Hoy, no deje de apoyar a la selección Colombia, luzca orgulloso su camiseta amarilla y apoye de corazón a los elegidos por Queiroz, pero respete al pie de la letra las recomendaciones de distanciamiento y protección, lávese las manos y guarde mesura a la hora de celebrar, no se aglomere, no se olvide que las actividades se reanudaron en medio de una pandemia en la que las víctimas fatales no paran. Déjese contagiar, pero solo de ‘la fiebre amarilla’ que propaga la Selección Colombia.