Barranquilla continúa dando pasos importantes en el camino del turismo sostenible, un sector de demostrado crecimiento exponencial. La apertura de la playa urbana de Puerto Mocho se convirtió en un claro ejemplo de esta apuesta basada en la preservación de los recursos naturales, la conservación de la biodiversidad y el mayor respeto de la cultura local.

Miles de personas, cifras oficiales hablan de cinco mil; otras aún más optimistas suben el dato, acudieron el sábado pasado a la jornada inaugural del recuperado espacio público, en el corazón del populoso barrio Las Flores. Razones tenían de sobra para conocer y disfrutar.

Sin discusión, la oferta de la nueva infraestructura resulta tentadora: un kilómetro de playa renovada, 300 carpas, 650 sillas frente al mar, zonas para actividades deportivas, comedores y 16 restaurantes dotados con modernas cocinas, operados por las mismas matronas, meseros y pescadores que durante décadas atendieron las tradicionales casetas.

Todos fueron capacitados en alianza con el Sena en servicios turísticos para mejorar sus ingresos, asegurar empleo estable y alcanzar una adecuada distribución de los beneficios socioeconómicos con la meta de disminuir pobreza. Ahora el desafío es que esta ecuación virtuosa no solo perdure en el tiempo, sino que se extienda en la medida en que el proyecto crezca e incorpore a más gente de la comunidad anfitriona que debe ser tenida en cuenta.

Por donde se mire es una gran noticia que la auténtica sazón de Puerto Mocho se resguarde. Y todavía más que se potencie a partir de un modelo de colaboración público-privada con potentes actores del sector gastronómico, los reconocidos chefs del Caribe Marta Daza, Alex Quessep y Manuel Mendoza, que sumaron esfuerzos con las cocineras locales para transferir e intercambiar saberes y sabores. La mejor oportunidad para aprender e innovar.

Si Puerto Mocho hace méritos para ser un centro de referencia en sostenibilidad ambiental gracias a la regeneración de su playa, en la que el Distrito invirtió $46 mil millones, su acceso e ingreso son el abrebocas ideal de una experiencia inmersiva que se presenta única en belleza natural, por la convergencia del río Magdalena, la ciénaga de Mallorquín con sus mangles y el mar Caribe en una misma esquina. Imponente, Bocas de Ceniza luce a lo lejos.

El enfoque de movilidad sostenible prima en un proyecto decidido a reforzar la acción climática, evacuando de esa zona el tránsito de vehículos automotores para no contaminar.

El tren eléctrico con sus dos vagones, al que se destinaron 65 mil millones de pesos, parte de la estación Tajamares y recorre 2,5 kilómetros paralelos a la margen occidental del Magdalena para transportar los visitantes a la playa. Quienes quieran hacerlo en bicicleta, patinetas o motos eléctricas, otro servicio disponible con la comunidad local, pueden usar el bicicarril habilitado y también existe un sendero peatonal para los que deseen caminar.

Indispensable que el Distrito asuma una estricta vigilancia de los precios regulados para el boleto del tren, parqueaderos, la oferta gastronómica, alquiler de carpas y venta de productos, única manera de conjurar el riesgo de turistas sometidos a intolerables abusos. Los precios deben estar unificados y ser coherentes con la capacidad de los usuarios. La seguridad de los distintos espacios, otro esencial para que el visitante o turista se sienta a gusto, en particular atraído para repetir y, cómo no, para recomendar a otras personas.

Aún en etapa de ajustes, conviene que no dejen ningún detalle al azar. Las cifras del turismo en los espacios públicos de renovación urbana con vocación ambiental de Barranquilla son espectaculares: 70 millones de visitantes han recorrido el Malecón en sus 7 años y sumando. El alcalde Alejandro Char le dijo a EL HERALDO que las inversiones en 2025 para las nuevas etapas de Malecón, Mallorquín y Puerto Mocho, con recursos del Distrito, es decir, de los contribuyentes, están aseguradas.

Clave no depender del nivel central para afianzar sostenibilidad turística que impulse crecimiento económico y reduzca desigualdad e informalidad. A seguir innovando para identificar nuevas oportunidades de desarrollo, forjando sentido de apropiación con estabilidad institucional para cuidar lo que es de todos.