Se anunciará, en los próximos días, la agenda del Carnaval 2021, una fiesta totalmente atípica por la incidencia de la crisis sanitaria desencadenada por la pandemia del coronavirus. Sin vacuna, no hay garantías para congregar a decenas de miles de personas en eventos masivos que, aunque se realicen al aire libre, suponen un enorme riesgo de contagio. Cuidar la salud prevalece frente a cualquier otra consideración cuando se afronta un momento de tan extrema complejidad como el actual, en el que el virus se mantiene a raya en la ciudad, pero no ha desaparecido: sigue entre nosotros cobrando la vida de personas con enfermedades de base, casi a diario.

El Carnaval 2021, en un intento de acercarse a lo que tradicionalmente conocemos, se debe llevar a cabo en sus fechas previstas, del sábado 13 al martes 16 de febrero, cuatro días antes del Miércoles de Ceniza, inicio del tiempo de la Cuaresma. De lo contrario, ya no se podría catalogar como Carnaval, sino como otro tipo de celebración con eventos virtuales, tal y como se realizarán otros destacados eventos del país, como la Feria de Cali, en diciembre, y el Carnaval de Negros y Blancos de San Juan de Pasto, en enero.

Entre los hacedores de las carnestolendas, algunos consideran la suspensión definitiva de las fiestas, otros respaldan la posibilidad de actividades bajo esquemas de virtualidad y hay quienes no descartan llevar a cabo algún evento con limitación de aforo y protocolos de bioseguridad. Toda opinión resulta válida y enriquece el debate, pero en lo que sí coincide la mayoría de los representantes de los grupos folclóricos es que se debe aprovechar esta coyuntura para fortalecer la protección de las raíces, tradiciones vivas, manifestaciones artísticas y expresiones de la creatividad que dan sentido, identidad y pertenencia a la diversidad cultural y folclórica del Carnaval, Obra Maestra del Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

En el foro Creer en la Costa, realizado por EL HERALDO, voces del sector cultural del Caribe colombiano defendieron la importancia de realizar, aún en medio de la pandemia y bajo condiciones especiales, algunos eventos emblemáticos orientados a preservar la riqueza cultural de los distintos territorios, innovando a través de la virtualidad u otros mecanismos, que permitan su puesta en escena. Ese es el gran reto que la pandemia plantea: ¿cómo abrir espacios para mantener vigente la memoria colectiva del patrimonio cultural de la Región, involucrando a la mayor cantidad de público posible y sin poner en riesgo la salud de nadie?

El Carnaval de Barranquilla, la fiesta cultural, popular y folclórica más importante de Colombia, motor de las industrias creativas del país y dinamizador de una economía propia de la que se benefician cerca de 50 mil personas acaba de renovar su Junta Directiva de cara a un necesario proceso de modernización. Un nuevo gobierno corporativo que tendrá la responsabilidad de construir, mediante un trabajo conjunto, las bases de un Carnaval más incluyente, con sostenibilidad social y viabilidad económica para darle continuidad en el tiempo. Este desafío demanda la actualización de estrategias para garantizar la salvaguardia, protección, conservación, sostenibilidad y divulgación del patrimonio cultural e inmaterial consensuado en el Plan Especial de Salvaguarda (PES), asunto crucial encargado al recién creado Comité de Patrimonio que, enhorabuena, asesorará a la Junta.

Asegurar el futuro del Carnaval de Barranquilla pasa por fortalecer su apropiación social, reconocer su carácter democrático y valorar a sus protagonistas. Es tiempo de readaptación y reinvención en el que se precisa explorar nuevas formas de celebrarlo retomando su verdadera esencia que, en todo tiempo y lugar, debe ser preservada con dignidad y respeto.