La Covid-19 sigue controlada en Barranquilla, pero se confirma una tendencia en aumento de nuevos casos en las localidades Riomar y Norte-Centro Histórico. Un campanazo de alerta para reforzar el compromiso ciudadano en el cumplimiento de las medidas de autocuidado y responsabilidad colectiva para minimizar riesgo de infección en los últimos meses de 2020.

Con cerca de 250 mil exámenes diagnósticos realizados desde el inicio de la crisis sanitaria, Barranquilla es la entidad territorial con el mayor número de pruebas totales, y por cada 100 mil habitantes del país: 19 mil frente a 16 mil de Bogotá. En los momentos más críticos de la emergencia, entre junio y julio, se procesaron hasta 13 mil por semana detectando una positividad del 45%; mientras en octubre el promedio de pruebas semanales es de 5 mil y la tasa de positividad ronda el 7,7%.

Buena parte de las pruebas, según la Secretaría de Salud del Distrito, se toman en las jornadas de búsqueda activa de casos en barrios de las localidades del norte, “donde se encuentra la mayor proporción de personas susceptibles” al contagio. Sectores donde se decidió reforzar la vigilancia epidemiológica teniendo en cuenta la mayor incidencia de nuevos casos. Entre el 14 y el 20 de octubre, seis EPS, independientemente de la afiliación, realizaron 3.047 pruebas PCR y de antígenos.

La estrategia sigue siendo la misma: tomar el mayor número de muestras e identificar a las personas portadoras del virus con el propósito de rastrear sus contactos para aislarlos de manera responsable y sostenible, y además hacerles seguimiento por si requieren atención médica especializada. Aunque, a corte de ayer 21 de octubre, la red hospitalaria pública y privada de la ciudad tenía una ocupación de camas UCI del 49%, equivalente a 334 pacientes y de ellos sólo 31 fueran casos sospechosos o confirmados de personas residentes en Barranquilla, nadie puede bajar la guardia.

Cuidar a los mayores de 60 años es una obligación permanente de las familias, especialmente de quienes por sus actividades laborales o académicas salen de casa a diario. Cada vez son más jóvenes quienes resultan positivos por el virus en Barranquilla: la edad promedio de los nuevos casos fue de 39 años en la última semana. Un fenómeno que los expertos explican por la elevada movilidad e interacción social de este grupo de personas, que podría llegar a ser fuente de contagio sin saberlo.

Se aproximan semanas complejas en las que estábamos acostumbrados a los encuentros familiares y sociales con ocasión del Halloween, los puentes festivos de noviembre y el inicio de la temporada de Navidad y fin de año, pero no es tiempo de celebrar. Reuniones y eventos similares podrían desencadenar un aumento significativo de casos, e incluso desatar una segunda ola. Está en manos de todos y cada uno evitar que esto suceda para que no se corra el riesgo de un nuevo cierre de la actividad económica para frenar la expansión del virus, como está ocurriendo en Europa. Las consecuencias serían catastróficas.

Bien lo dijo el ministro de Salud, Fernando Ruiz, no es momento para jugar con candela porque quien lo haga se puede quemar. Los ciudadanos deben entenderlo así antes de que la incidencia de casos y hospitalizaciones amenace los avances alcanzados. Con gran responsabilidad, las autoridades locales deben considerar, si es necesario, la adopción de restricciones temporales para evitar aglomeraciones y reducir riesgos. Actuar con determinación.