Los parques de Barranquilla se llenaron este sábado de ciudadanos emocionados por volver a encontrarse con la música, la danza y otras manifestaciones artísticas durante la esperada reactivación cultural de la ciudad. Un anhelo hecho posible ahora que el horizonte empieza a despejarse tras un largo año en el que se echaron de menos puestas en escena al aire libre como esta, que eran parte de la cotidianidad prepandemia en los espacios públicos de La Arenosa. Las expresiones de alegría de los asistentes fueron compartidas también en los escenarios donde artistas, bailarines, músicos y gestores culturales sintieron cómo el alma les retornó al cuerpo al disfrutar otra vez del reconocimiento de su público. Un goce incomparable. Bienvenida le euforia colectiva con responsabilidad.

Como ocurre en los distintos ámbitos de la reactivación económica y social, el autocuidado es la llave para avanzar en la reapertura cultural bajo criterios de bioseguridad. La situación epidemiológica de la ciudad, tras superar el tercer brote, abrió una ventana para reiniciar las actividades masivas en espacios al aire libre, pero los ciudadanos deben poner de su parte acatando las normas básicas de autocuidado, para evitar que esta vuelva a cerrarse. Lo que se perdió, difícilmente se podrá recuperar, por eso no es sensato dar pasos hacia atrás para profundizar el daño. Nadie se lo puede permitir.

Difícil imaginar en marzo de 2020 que la irrupción de un desconocido virus iba a suspender de manera tan radical la placentera experiencia de celebrar la vida a través del envolvente sonido de una gaita o bailando un fandango en una esquina cualquiera, a deshoras, solo o acompañado con familia y amigos, sin detenerse a pensar ni por un segundo en riesgos sanitarios. Eran otros tiempos, indudablemente. La covid lo cambió todo, ¿quién puede negarlo?; no obstante, hoy existen razones de peso para creer que el confinamiento del espíritu, al que también nos sometió el implacable virus, podría acabar con la vuelta de la vida cultural, y la reapertura de todos los sectores productivos con aforos cada vez más amplios que permitan recuperar los empleos perdidos de forma rápida. El optimismo de cara a este proceso de reactivación no es subjetivo ni retórica. Dependerá de los avances sostenidos en el nuevo índice de resiliencia epidemiológica territorial; en otras palabras, de la responsabilidad que nos asista en nuestros propios actos.

Barranquilla, de acuerdo con el nuevo indicador del Ministerio de Salud, se sitúa entre las grandes capitales del país como la mejor calificada para implementar su reapertura plena gracias a que sus condiciones la hacen menos propensa a afrontar una cuarta ola. Esta medición basada en la cobertura de vacunación, prevalencia del virus en la población y capacidad de respuesta de su sistema sanitario confirma la evolución favorable de la ciudad frente al impacto de un nuevo brote que, sin embargo, no es del todo descartable por una sencilla razón: la covid no se ha ido y continúa siendo peligrosa.

Es hora de que aprendamos a ser más astutos que el virus para recobrar los espacios culturales al aire libre, disfrutando de las muestras de artes escénicas, conciertos o talleres de formación artística de las Casas Distritales de Cultura en nuestros parques. Que la música en el Gran Malecón del Río nos convoque a una y mil ‘baila-tones’, como la de este domingo, para sanar el alma y mitigar la tristeza que ha dejado la pandemia. Convivir con el virus es lo que corresponde a partir de esta fase de reactivación plena en la que valiéndonos del aprendizaje colectivo de 15 meses de pandemia, nadie debería confiarse.