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Una multitud desesperada está tocando a la puerta de sus vecinos. Son las decenas de miles de venezolanos que huyen de la crisis por América, donde enfrentan legislaciones cada vez más restrictivas en medio de brotes de xenofobia.

América Latina, que vio salir a millones de personas hacia Estados Unidos o Europa a finales del siglo XX por motivos económicos o políticos, está bajo la presión de atender a los venezolanos que en un importante número están migrando a pie o en autoestop.

Una crisis que quedó retratada en las imágenes de caminantes por márgenes de carreteras, que el chavismo niega como un montaje 'tipo Hollywood' contra el gobierno de Nicolás Maduro.

A falta de una política coordinada, cada país está adoptando sus propias medidas para encarar el inusual flujo migratorio que van desde la exigencia de visa o pasaporte -un documento al que los venezolanos no pueden acceder fácilmente en medio de la escasez-, hasta el despliegue de tropas para evitar situaciones de violencia, como en el caso específico de Brasil.

Y aunque muchos se han encontrado con un trato solidario, expertos estiman que la región no puede preciarse de tener una política de fronteras abiertas.

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'Es un marco de medidas restrictivas que va en contra de la movilidad humana. Vulnera los derechos e incrementa las posibilidades de inseguridad ante (...) el tráfico de personas', sostiene María Amelia Viteri, investigadora en migraciones de la Universidad San Francisco de Quito.

De cara a una reunión el próximo lunes en Quito a la que están convocados 13 gobiernos, incluido el de Maduro, para analizar la crisis migratoria, así está respondiendo el continente al coletazo externo de la situación en Venezuela.