Avis, la arrendadora de vehículos, tuvo por 50 años el famoso lema, “Somos el No. 2, por eso nos esforzamos más”. Escrito por Doyle Dane Bernbach en 1962, es uno de los siete mejores eslóganes en la historia de la publicidad del siglo XX según Advertising Age, la publicación más autorizada en el tema a nivel mundial.
Esa campaña publicitaria rompió un paradigma porque históricamente la publicidad ha tendido a destacar el superlativo: el primero, el más grande y, por supuesto, el mejor, siempre el más, nunca el segundo o el menos. El eslogan captó la esencia de Avis, sus creencias, aspiraciones y cultura corporativa. Ser el segundo podía tener su encanto. Así Avis pudo alejarse de las cifras en rojo y de la sombra de Hertz, la empresa líder de esa industria. Los usuarios estuvieron dispuestos a apoyar ‘al que se esforzaba más’.
Hace un par de años salía de un aeropuerto y estrellé mi vista contra el aviso sobre el costado de un bus rojo de Avis que decía, “Éramos los segundos”. Me pareció muy creativo y efectivo, aunque soberbio. Lo de Avis demuestra que sí es posible superar los retos y, todavía, soñar con las estrellas, pero nunca caer en la trampa de creer que estamos en una. Hoy, la promesa de Avis es otra, “Es tu espacio”, aunque no la he entendido a pesar de las explicaciones leídas.
Esta anécdota de la vida real empresarial sirve para identificar la gran oportunidad que tiene nuestro Carnaval. Confieso que no me había dado cuenta de su importancia estratégica hasta que comencé a atar cabos y llenarme de razones.
Los carnavales de Río, de Bahía e incluso de Sao Paulo están fuera de concurso, pero son alcanzables. Hay que tener presente que en eso de ser ‘o mais grande do mundo’ los brasileros son excelentes. Seguirán de primeros por largo rato y aunque sean los ‘mais’ en muchas cosas, también tienen sus menos. Por ejemplo, el Sambódromo del Marquês de Sapucaí, es su nombre completo, diseñado por el recién fallecido y genial Oscar Niemeyer tiene límites: mide 720 metros de largo y alberga a solo 72.500 personas. Esto es una restricción para presentar más de las 12 escuelas de samba que desfilan. Cada una tiene de 3.000 a 4.000 participantes. Por el contrario, nuestro cumbiódromo podría pasar de los varios kilómetros que ya tiene, a extenderse, si se quiere, en cualquier dirección que se nos antoje. Espacio es lo que hay.
Río lidera el carnaval a nivel mundial, como dicen los cariocas, con el show “mais grande do mundo”. Varias ciudades disputan el segundo puesto: Venecia, Nueva Orleans, Colonia, Oruro, Trinidad, Niza, Tenerife y Barranquilla. Puedo afirmar que el de Venecia no lo es y aunque se sugiera que es diferente, al momento de comparar, las razones saltan a la vista y los oídos. Mientras el Carnaval de Venecia se celebra a una temperatura de congelador, es silente y distante, está lleno de una fría melancolía, sutileza y misterio, además de un burdo modernismo y torpe tecnicismo digital, seriamente, nada que ver, nuestra fiesta currambera es arrolladora, sensorial, incluyente, una explosión de sol, color y música. Tiene vida, vibra en una altísima frecuencia de alegría, hay continuidad en el tiempo, sentido y conexión entre los temas y una impresionante variedad de experiencias únicas para quien aguante los cuatros días de rumba completos.
Barranquilla tiene una oportunidad muy especial. Si se continúa el Plan Decenal de Salvaguardia y se acelera y profundiza el proceso actual, con menos gente ‘metiendo el palo en la rueda’, podremos posicionar en un plazo razonable nuestro Carnaval como el segundo en el mundo.
Para nuestra nueva viceministra de Turismo, Tatyana Orozco, esta es una primera tarea y reto que además lleva en su ADN. Sabemos que Tatyana comenzará por aquí, por su Carnaval, el de su ciudad. ¿Si no es ahora, entonces, ¿ cuando?
Por Oswald Loewy
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