El pasado jueves en una entrevista en la W Radio, el Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, afirmó que la preocupación principal de las Farc es la reincorporación de sus 6.000 hombres y que estaban trabajando en un modelo de reincorporación rural que contemple esquemas de trabajo asociativo.
En la misma entrevista, el Comisionado Jaramillo afirmó que “un acuerdo de paz no va a resolver el problema del narcotráfico” y que en vez de seguir con la erradicación manual con glifosato de las 147.000 hectáreas de coca sembradas en el país, prefería implementar un programa voluntario de sustitución de cultivos. Este tipo de declaraciones, revelan una preocupante improvisación en este proceso de reinserción.
Si los 6.000 guerrilleros van a estar seis meses concentrados en 20 zonas veredales y en 7 campamentos que en su mayoría se encuentran cerca de los cultivos de coca, ¿por qué no implementar un programa de un millón de pesos por hectárea erradicada? Si 6 guerrilleros erradican una hectárea diaria, los seis mil podrían erradicar las 147.000 hectáreas de coca en 5 meses y cada uno obtendría un ingreso de $4.900.000 mensuales en ese tiempo. El programa se financiaría con miles de millones de dólares que han donado los países y organismos de cooperación internacional que apoyan este proceso de paz y la lucha contra el narcotráfico.
Una segunda fase de este proceso debe contener un modelo de desarrollo alternativo que genere fuentes de ingresos y empleo sostenible a los reinsertados, como el implementado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional –Usaid– a través del programa Midas entre los años 2005 y 2010. Ya deberían tener en las zonas veredales a varios expertos en psicología organizacional estudiando y determinando las habilidades, capacidades y vocación empresarial de cada reinsertado para saber cuantos de ellos querrán quedarse en las zonas rurales desarrollando un proyecto productivo y cuantos querrán irse a las ciudades a estudiar y desarrollar un negocio de Pyme.
El modelo de reincorporación rural del que habla el Comisionado de Paz, no puede ser otro distinto al exitoso modelo de las alianzas productivas entre productores e industriales implementado en el pasado en las mismas zonas donde ahora se han incrementado los cultivos ilícitos por abandono de este modelo.
Aunque no todas las alianzas son iguales, el escenario general es el siguiente: El Gobierno Nacional a través de la Agencia de Tierras, determina unas zonas donde tenga una oferta amplia de predios baldíos para adjudicar a cada cooperativa de reinsertados. Seguidamente, la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria –Upra– determina los cultivos que son aptos en esos suelos y Corpoica proporciona los paquetes tecnológicos.
Posteriormente, el Ministerio de Agricultura, hace una convocatoria al sector agroindustrial para que presenten sus propuestas de negocios que contengan estrategias sostenibles de producción, procesamiento y mercadeo. Los costos de producción deben ser asumidos en un porcentaje con recursos de donación, incentivos del Estado y crédito de fomento.
Este modelo ha permitido a muchas cooperativas incursionar en nuevos mercados, acotar riesgos y lograr economías de escala. Sus premisas básicas han sido el gana-gana, los valores compartidos y el compromiso con el éxito.
*Consultor sector agroindustrial