Llevo varios días con ganas de manifestar mis palabras. Trato de no ser romántica ni soñadora. Espero no manchar el texto con tonos cursis. Soy colombiana. No sé si esto lo sienten todos los seres humanos con su patria, pero me lleno de orgullo cuando digo que esta es mi tierra. Cuando me tomo una taza de café 100% colombiano. Cuando oigo las historias de mi abuela materna. Cuando piso el Pacífico y el Atlántico, ambos en mi tierra. Cuando el 31 de Diciembre escucho Faltan cinco pa’ las doce y me dan ganas de llorar. Cuando mi papá me cuenta todos sus sacrificios, su amor por Colombia y lo que le dolió abandonar su país.

Pensar en nuestra historia puede ser escalofriante. Está llena de injusticia, desigualdad, miedo y violencia. Llevamos 52 años en guerra. Fui víctima del conflicto armado. A mi tío lo mataron cuando era gobernador del Meta y no alcancé a conocerlo. También me arrebataron a mi papá. Lo amenazaron y tuvo que salir corriendo del país. Estuvo trece años sin pisar su tierra porque si venía lo mataban. Crecí sin mi papá. La guerra me lo quitó por varios años.

El acuerdo es imperfecto pero necesario para construir un camino menos violento, una alternativa diferente. La guerra nunca será la solución. Eso ya lo entendemos todos los colombianos. Llegó el momento que todos deseamos, en algo coincidimos los del Sí y los del No: estamos cansados, queremos que termine la guerra.

Nuestros ideales políticos deben pasar a un segundo plano. Este acuerdo no es de Santos ni de Uribe, este acuerdo es de Colombia; de sus víctimas, de nuestros jóvenes y niños, de todos los colombianos. Es la única oportunidad que tenemos en el presente para empezar a cimentar un futuro digno y real. Negociar otro acuerdo puede demorar años o décadas, tal vez no llegue a concretarse. No me voy a arriesgar a seguir en medio de la guerra. Ese No lo tengo claro.

La paz no es el acuerdo que se pactó en La Habana, ni tampoco la victoria del Sí (en el caso que gane). Es el primer paso. El solo hecho de que las Farc se desarme ya es un gran logro.

La violencia es injusta, después de tanto caos, la paz no puede ser perfecta aunque queramos que así sea. Sin embargo, dentro de la imper-fección aparece la exigencia de la verdad, esa que es necesaria en nuestra historia, esa que merecen las víctimas, esa que es más valiosa que una cadena perpetua llena de mentiras, esa que le apuesta a un país más justo en el futuro, esa a la que le tiene tanto miedo Álvaro Uribe Vélez.

Debemos salir a votar y comenzar a construir nuestro futuro. Es el voto más importante en nuestra historia contemporánea. Decidan lo que decidan es nuestro deber salir a votar. Los del Sí y los del No tenemos que pronunciarnos en las urnas.

Votaré Sí en el plebiscito porque creo en la paz, porque tengo derecho a soñar con un futuro diferente, porque estoy enamorada de mi país y creo que es posible, porque quiero que mis hermanos de cinco años sientan tranquilidad, no vivan la angustia que sentí en mi adolescencia y puedan visitar el país de su familia al lado de mi papá, porque los campesinos merecen volver a sus tierras, porque las armas no lograron acabar con este cáncer que nos consume, porque no aguanto más odio y destrucción, porque merecemos saber la verdad para reparar y no repetir jamás, porque nuestros jóvenes y niños deben estar al lado de su familia y no en un combate sin sentido, porque la guerra trae más pobreza y desigualdad, porque Colombia se merece esta oportunidad.

Me siento orgullosa de ser colombiana y vivir este momento histórico. A pesar de todo el dolor: Colombia es mi tierra, no existe lugar más bello que la patria.

@mariamatusv
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